XIV

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A veces te espero al borde del acantilado,
te miro de reojo,
me asomo al abismo
y me tientas,
con toda tu profundidad y toda tu inmensidad
con toda tu carga venenosa y mortífera,
con tu misterio y tus secretos innombrables,
con tu marea cambiante
y con tu ritmo agotado pero incesante
estoy inmóvil delante de ti,
y me tientas,
pero no puedo permitirme morir ahogada de nuevo.

Poesía de semáforo en rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora