pero hasta entonces, las descripciones de una dadivosa obra de arte no terminaban para mí.
por favor, lector mío, empiece a trazar las líneas de la deidad menor femenina.
en aspiración ardiente de la coquetería y el sensualismo: ojos qué son velados por pestañas oscuras, gruesas y pegajosas.
estas mismas bajaban y proyectaban una sombra por encima de sus pómulos rosáceos
¡cuan grande era el deseo de rozar mis labios contra tu carne ya manchada de ciruelas!
y sentir el pliegue de tus pestañas sobre mis párpados, no sabes cuanto adoro los besos mariposa.
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ninfas que resbalan en sus manantiales.
Poesielas hijas de Zeus fueron el fuego de mis entrañas.