dos.

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pero hasta entonces, las descripciones de una dadivosa obra de arte no terminaban para mí.

por favor, lector mío, empiece a trazar las líneas de la deidad menor femenina.

en aspiración ardiente de la coquetería y el sensualismo: ojos qué son velados por pestañas oscuras, gruesas y pegajosas.

estas mismas bajaban y proyectaban una sombra por encima de sus pómulos rosáceos 

¡cuan grande era el deseo de rozar mis labios contra tu carne ya manchada de ciruelas!

y sentir el pliegue de tus pestañas sobre mis párpados, no sabes cuanto adoro los besos mariposa.

ninfas que resbalan en sus manantiales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora