Virgo (M) y Leo (H)

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Virgo & Leo

Virgo & Leo

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Narra Virgo.

Era muy pequeña para recordar el comienzo de mi amistad con Leo. Nuestras madres eran amigas de toda la vida, ¿por qué sus hijos no serían amigos también? Y aunque tuviese tan solo cinco años cuando conocí a Leo, recuerdo perfectamente mi impresión al verlo por primera vez postrado en aquella silla de ruedas. Mentalmente me pregunté cómo él hacía para jugar al escondite o saltar la cuerda.
Mi madre me explicó que una parte de su cerebro se dañó en el vientre de su madre, evitando que pudiese desarrollar la motricidad de sus piernas, por ende, que pudiera caminar.

Con Leo siempre me creí la hermana mayor, quería protegerlo a toda costa de todos los males que podría tener el mundo para un invalido. Trataba que nunca se sintiera despreciado por nadie. Leo para mí era todo, mi responsabilidad, mi vida entera era Leo.

Nunca escuché que se quejara por su discapacidad, jamás lo oí llorar por no poder caminar, por salir a jugar, a correr a saltar, cualquier actividad que involucraba la motricidad. Él parecía distraerse viendo a los niños jugando en el parque, pero jamás dijo nada. Y a decir verdad, aquella fortaleza que tenía Leo para afrontar su vida era lo que me llenaba de gozo cada mañana al levantarme, sabiendo que lo vería para irnos a la escuela, vería su sonrisa y sus palabras de buenos días, todo aquello, mínimos detalles que emanaba el aura de Leo me habían enamorado de una manera increíble, una manera natural y completamente espontánea.

Y claro, era muy pequeña para recordar el comienzo de mi amor por Leo.

Narra Leo.

Cuando tuve conocimiento de la vida, inconcientemente sabía que algo en mí no iba bien, sabía que no caminaría y por más chiquito que estuviese, sabía que el hecho de no caminar era un calvario. Pero no lo vi de aquella manera, tal vez lo hubiese visto así si es que Virgo no hubiera aparecido en mi vida.

Hay muy pocas personas en el mundo que dan todo lo que pueden por ciertas personas y así era Virgo conmigo y no sabía qué había hecho yo para que alguien como Virgo estuviese a mi lado cada día que pasaba. La quería, como una amiga, como una hermana, o al menos eso pensaba cuando se hallaba cerca y mi corazón comenzaba a latir con mucha fuerza. También era demasiado pequeño para entender que lo que yo sentía por Virgo no era nada igualado al amor de hermanos, sino que era un amor distinto.

Y apesar de vivir con Virgo la mayor parte del día, sabía que no podía revelar mis sentimientos, pensaba que sería algo extraño, nos conocíamos de toda la vida y si yo le salía con que me había enamorado de ella sería el fin de una hermosa amistad, y yo no quería eso, y estaba seguro que Virgo tampoco lo deseaba.

Virgo era tranquila, tenía algo que me tranquilizaba siempre, pero también era divertida, me hacía reír en mis peores días, en donde no podía ver la hermosa gama de colores en el atardecer, ella me hacía ver lo hermoso de la vida y estaba en deuda con ella. Por lo que un día decidí darle una sorpresa para San Valentín, no tenía mucho sentido invitarla a comer no siendo una pareja, pero sabía que Virgo no tenía novio y no saldría para San Valentín, por lo que decidí invitarla y divertirnos juntos, como un día casual, solo que algo más detallado por agradecimiento.

Narra Virgo.

Un sábado cualquiera. O aquello había pensando antes de recibir una llamada de Leo a las nueve de la mañana. ¿No se supone que los sábados son para dormir?

—No preguntes nada —exclamó Leo al otro lado de la llamada —. Solo escúchame.

—Está bien...

—Busca el mejor vestido que tengas —abrí mis ojos sorprendida. Agradecía tanto que no pudiese ver mi expresión porque estaba segura que mis mejillas comenzaron a enrojecerse de una manera brutal —. No importa si te maquillas, puedes hacer lo que quieras, pero es importante que traigas un vestido. Te espero hoy a las diez de la noche en mi casa.

—¿Un vestido? Leo, ¿qué estás tramando?

—Dije que sin preguntas —y colgó.

Tiré el móvil lejos de mi alcancé y volví a hundir mi rostro en la almohada. Analizaba todo lo que Leo me había dicho y nada de lo que había dicho tenía sentido alguno.

Y apesar del sin sentido de Leo, hice lo que me pidió. Busqué entre toda mi ropa algún vestido que me gustara, algo que tal vez sorprendería a Leo, pero nada. Eran vestidos casuales, manchados de pintura o comida, telas viejas que se rasgaban allí donde se podía ver la pierna. Por lo que asalté el armario de mi madre, tal vez ella tendría algo de mi talla que fuese lindo para la situación en la que me desarrollaba.

Y cuando encontré el vestido comencé a sonreír. Era hermoso, de un color carmesí con tirantes. No era extremadamente corto, pero tampoco extremadamente largo, era lo justo y necesario. También me maquillé, sabía que no era necesario ya que Leo no se fijaría en mi delineado o en el rímel de mis pestañas, pero quería verme bonita, no para él, sino que para mí, aunque tengo que admitir que me gustaba sorprender a Leo con lo que fuese.

Cuando el reloj marcó las diez, salí de mi casa rumbo a la casa de Leo, que prácticamente quedaba a dos cuadras de la mía. No pude evitar que mi corazón se acelera al pensar en él y en lo que había planeado, si se trataba de Leo todo era completamente impredecible.
Cuando me di cuenta que había llegado me encontraba de pie al frente de la puerta sin llamar aún. Oía mi corazón retumbar dentro de mí, jamás estuve tan nerviosa, y sabía que mis nervios me tendrían una mala pasada. Y cuando decidí tocar el timbre, Leo se me adelantó y abrió la puerta como si supiese que yo estaba esperando detrás de ella.

Lo vi, vestía un elegante traje que no pude creer que tenía puesto. Se veía completamente distinto, se había peinado y jamás lo hacía. También lucía una hermosa sonrisa, y sus ojos brillaban más gracias a la noche estrellada que había traído San Valentín.

—Adelante —me dio la pasada colocándose aun lado con su silla de ruedas. La dominaba a la perfección.

Entré a su casa y todo estaba muy bien decorado. Había una mesa con velas y flores, rosas, muchas rosas en el florero, me encantaba.

—No puedo hacer esto —le dije a Leo. Claro que no podía, me rompía el alma que todo esto fuese solo una muestra de amistad.

—¿Qué quieres decir? —me preguntó haciendo que se esfumara aquella sonrisa que me había enamorado perdidamente de todo su ser.

—Duele, Leo, duele el hecho que seamos solo amigos —bajé la mirada. Comenzaba a sentirme avergonzada de mis palabras —. Temía romper nuestra amistad, pero ya no puedo soportar guardar todo lo que llevo dentro.

Él no habló. Su expresión era de puro asombro a mis palabras.

—Te he amado desde... desde no sé, Leo, desde siempre tal vez. Pensé que era pasajero, que alguna vez cesaría aquel sentimiento hacia ti, pero no. Estoy completamente enamorada de ti.

Comenzó a reírse. ¿Por qué mierda se reía? Mis mejillas comenzaron a arder más de la cuenta ya que la risa de Leo me avergonzaba muchísimo.

—Leo, dime, ¿por qué te estás riendo? —no era capaz de mirarlo a los ojos. ¿Se estaba burlando de mí?

—Virgo —exclamó una vez que su risa cesó —, pensaba exactamente lo mismo que tú. "Arruinar la amistad" —hizo comillas con sus dedos — También estoy enamorado de ti, más de lo que podrías imaginar.



* * * *

Dato: Virgo y Leo son medianamente compatibilidad, la amistad entre ellos funciona mejor que una relación amorosa, pero con esfuerzo ambos pueden hacer que aquello resulte.







one-shots: zodiaco♡ (cerrado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora