Peace, find me.

¿Porqué me has abandonado?

¿Por qué me has abandonado?

Lo último que recuerdo de esa noche es la luz de la luna sobre tu pálida piel, tu gesto estoico y sin emoción, los ojos sedientos por devorar mi alma resplandecían cual faro... Pero no me tomaste, dejaste una flor sobre mi pecho y te marchaste. Podía jurar que en tu rostro había decepción, aunque nunca pude leerte.

Bajo esos Árboles, como la vez que desapareciste, con el carmesí de tus ojos brillando bajo la luna llena que jamás volví a ver, con la frialdad dejándome solo mientras que por mis pómulos se resbalaban lágrimas de dolor al verte partir rompiendo aquel contrato que jamás cumpliste, te fuiste...me abandonaste y no conocí la razón.

En mi memoria esta esos delgados labios que una vez recorrieron mi cuerpo soltaron vocablos que no llegue a entender, ¿Qué más ibas a decirme? Solo te marchabas desechándome como trapo viejo, no quería oír nada de ti.

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Por las noches de la misma luna suelo recostarme desde la ventana donde antes te quedabas vigilando mis sueños, en busca de tu figura debajo de los árboles, una sombra, un viento, un sonido... Algo que me demuestre que estabas ahí y que no te habías ido, una parte de mi quería negar el hecho de que me abandonaras. Pero los años pasaron y el tiempo era cruel, Los sirvientes de la casa se cansaron de rondar por estos pasillos y desaparecieron de la mansión, los susurros que antes oía con sus ilusiones de que en algún momento alguien volviera para resurgir el apellido Phantomhive, pero no pasó. Elizabeth no volvió a visitar el jardín donde los últimos meses solo se sentaba a esperar la nada, la Mansión se volvió sombría a falta de vida dentro de ella ya que yo no desprendía nada de vitalidad.

Permanecí en mi traje azul, ese que fue el último antes de tu partida, mi prenda más preciada... y la única que me quedaba.

¿Cuánto había pasado? ¿Cinco? , ¿Diez años? ... El tiempo sobre mi pena no se sentía. El silencio era eterno en mi hogar.

En mi trance, bajaba por las escaleras deslizando mis dedos sobre el barandal empolvado, las suelas de mi zapato a tacón hacían eco en la madera vieja de la escalera, llegué al centro de la sala sobre la alfombra roja con adornos dorados que ahora solo era un triste guinda sucio. Lleve mi atención hacia el jardín y busqué tu figura nuevamente, más por costumbre que por esperanza... Y te encontré, observando a la lejanía con la sonrisa descarada de siempre, mis ojos no pudieron mostrar más sorpresa de la que ya mostraba.

Corrí.

Después de muchos años mi cuerpo volvió a tener actividad y corrí hacia a ti, pero no pude avanzar... Por más pasos que daba, por más fuerza que ponía, no podía pasar a través del umbral... No llegué a ti.

¿Qué había pasado?

Volviste a verme y te acercaste a la mansión, metiste la mano en el saco y dejaste nuevamente la misma flor con la que me abandonaste la primera vez sobre el umbral.

—¡Sebastián! — Te grité. Pero no me oíste, volviendo a marcharte otra vez.  

—Vuelve...— Solté en un susurro viendo tu figura desaparecer por el jardín.

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Gracias a quienes leyeron el corto.
 Aún no sé si esto será una historia o solo publicaré esta parte, llevo pensándolo. 

Saludos~