Prólogo

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Una pequeña troupe avanzaba lentamente por el camino entre risas y música. Cuando llegó la noche se encontraban en lo alto de una colina y decidieron acampar. Poco a poco formaron un campamento provisional en una arboleda, alrededor de una fogata improvisada. Mientras que los adultos se encargaban de montar las tiendas para pasar la noche, los niños acercaron trozos de troncos al fuego para usarlos a modo de asientos. Cuando todo estuvo preparado la compañía se congregó alrededor del fuego y esperaba, expectante, la llegada del invitado de honor de la noche. El silencio se hizo cuando de una tartana destartalada salió un hombre mayor ya, con una barba y unas cejas pobladas y doblado ya por el paso de los años. Renqueante se acercó al centro de la reunión y se acomodó en un tronco. Los niños temblaban de nervios ante la llegada de este personaje, El Trovador le llamaban. Era famoso por toda Urasia por contar las mejores historias y leyendas y, por acabar las existencias de Licor de Tenem de las posadas por las que pasaba.

Observó a la pequeña congregación que se había reunido y reflexionó cuidadosamente que historia contaría, al poco tiempo se decidió y aclarándose la garganta comenzó con una voz calmada y profunda a relatar la historia de aquella noche:  

-"Hace muchos muchos años, cuando los reinos aún no existían y la paz y el silencio reinaban en todo el mundo, cayó, en la eterna llanura que era, una gota de luz. De ella salió una criatura grácil y esbelta de rasgos delicados y cabellos claros. Era Oilien, la primera Musa, que, con un gesto de su mano, hizo que el mundo se llenara de luz y de color. Sin embargo todavía sentía que faltaba algo. Durante días y días vagó por el mundo, encontrando solamente una extensa llanura yerma. Harta de la soledad y de la monotonía dibujó en el suelo un círculo y dejó caer sobre él una gota de su sangre. Al instante un resplandor iluminó el símbolo y la tierra retumbó cuando saltaron a la tierra cuatro volutas de colores. Cada una de ellas, al descender y tocar la tierra adoptaron una forma diferente. Así fueron creados los cuatro dioses mayores: Idoa, diosa de la naturaleza, Oarnis, dios de las mareas, Iusea, diosa del fuego y Heilar, dios del viento." - Paró de hablar para tomar un sorbo de licor y observar las caras impacientes de todos sus oyentes y a los pocos minutos prosiguió contando"- Bajo la mirada de Oilien, primera Musa y ahora Diosa madre, comenzaron a crear el mundo tal y como lo vemos ahora: Oarnis creó los ríos y los mares, Idoa levantó montañas, hizo crecer arboledas y creó todo tipo de seres vivos en la tierra, el agua y el aire y Heilar creó la brisa. Más todo lo que tocaba Iusea ardía hasta consumirse y al poco tiempo sus hermanos comenzaron a apartarla de sus maravillosas creaciones. Iusea, al ver que solo servía para destruir, guardó su poder en el fondo de la tierra y se apartó. Sin embargo Oilien se apiadó de ella y le concedió el poder de crear vida también y no solo destruirla. Alejada de sus hermanos hizo al hombre, le infundió vida y le dió el regalo del fuego para que se protegiera. Celosos de la creación de su hermana, Idoa, Oarnis y Heilar intentaron imitarla y entre los tres crearon a un ser parecido a ellos y le concedieron parte de su poder. Irritada por su osadía, Oilien separó las agua y los encerró en el límite del Horizonte  desde donde no podían ver lo que ocurría. Mientras en el mundo Iusea aceptó entre los humanos a este ser que, al mezclarse con los hombres crearon una nueva especie: los elfos. Estos tenían una apariencia diferente a los hombres y se distinguian por sus rasgos finos y elegantes rematados por una orejas puntiagudas y su habilidad para usar el Don. Pero no contentos con sus habilidades decidieron abrir un portal a espaldas de Iusea y Oilien y dejaron entrar a una criatura oscura y pérfida, Imalnor, que competía en poderes con la propia diosa madre."

El Trovador miró de reojo a los niños, que escuchaban atentamente su historia se estremecieron al escuchar el nombre de Imalnor, quien según sus padres, si no se iban pronto a la cama les llevaría consigo bajo la montaña .

-"Los elfos, dándose cuenta de lo que habían hecho avisaron a Oilien quien sacó a los dioses del Horizonte para que lucharan junto a ella y Ieusea.  Imalnor intentó conquistar la tierra con su poder pero Oilien lo derrotó y lo encerró en el fondo de la montaña más alta, bajo la que ardía un fuego eterno y en su cumbre había un perpetuo inverno. Pero la victoria se llevó el precio de su vida. Destrozados  por la pérdida, los dioses dividieron el mundo en dos mitades separadas por un muro de piedra mágico. En una mitad se quedaron encerrados los elfos, quienes crearon el Reino de Ethernand y en otro lado se quedaron los humanos y crearon el Reino de Urasia. Tras esto votaron para decidir que hacían a continuación, si quedarse con sus creaciones o volver al Horizonte, Oarnis, Idoa y Heilar votaron por volver pero Ieusea quiso quedarse junto a los hombres. Los tres dioses volvieron a su hogar y Ieusea se metamorfoseó en una joven reina y gobernó a su pueblo con sabiduría y gran corazón y cuando el final de sus días llegó guardó sus poderes en un amuleto mágico, que despertaría en caso de peligro y buscaría a la persona indicada para trasmitirle sus poderes.
Y así los reinos de Urasia y Ethernand siguieron con su vida y esta historia se perdió en la memoria de sus gentes"

Las personas que se habían congregado a su alrededor se quedaron momentáneamente en silencio, saboreando sus últimas palabras hasta que el sonido de una gaita con su ritmo alegre rompió el silencio y el público entero comenzó a aplaudir. El Trovador se levantó con dificultad y se alejó en dirección a su carromato. Subió a ella con un salto pesado y se dejó caer con poca gracilidad en su camastro, donde se durmió rápidamente pensando en tiempos pasados y en reyes y dioses perdidos.

El Amanecer del TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora