La Cueva

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Son las primeras horas de la noche y la temperatura sigue disminuyendo a una velocidad inquietante, roza los - 5° y seguirá bajando hasta los - 21°. En lo bajo de una colina, en una cueva con una entrada siniestra, análoga a las fauces de un lobo. La luz de una fogata recién encendida solo alumbra en un radio de cinco metros. Shaf, sentado contra la roca color ladrillo, con las manos en dirrecion al ᖴᑌEGO y las piernas recogidas, toma calor después de estar afuera, en el desierto.
Exhausto cierra los párpados brevemente, ha sido un  largo día. Recoge sus manos, abre sus párpados y ve hacia la entrada. Su mirada persigue la arena que se arremolina en el exterior, una tormenta de arena ha iniciado. Shaf, se siente a gusto consigo mismo, si hubiera tardado más en encontrar aquella cueva ya sería hombre muerto.
La arena impedía totalmente la visión hacia el exterior así que volvió su vista hacia la fogata.
Unos diez minutos después, tiene los brazos rodeando su pecho buscando más calor, mientras del exterior escucha gigantescas pisadas en la arena. Busca en su mochila su arma, un revolver calibre 22 de color arena. Apunta a la entrada.

—¡Seas lo que seas, te lo advierto, estoy armado!— No hubo respuesta.

En en unos instantes un joven aparece de la tormenta de arena, es alto, con cabello negro, piel bronceada por el sol  y sus ojos de un color tan extravagante y raro que Shaf no había visto en sus 48 años de edad, un amarillo intenso, casi oro. No parecía sobrepasar los 25 años por sus facciones relajadas, aún cuando está siendo apuntado con el revolver.

—Tranquilo, tranquilo ¿Amigos?— Dijo el joven con sus manos en alto. Shaf, bajo el revolver.

—¿Nadie te dijo que con esa ropa no vivirias más de dos noches en el desierto?

El joven, esta cubierto de arena, tiene una sudadera gris oscuro, unos jeans que podrían caminar por su cuenta si se los quitara y lo único lógico de su vestimenta, unos zapatos de desierto.

—No, de hecho no, pero no me preocupan las noches para eso esta está grandota—. Dijo el joven, mientras, detrás de él, entraba un ᗪᖇᗩGOᑎ Ocre—. Y llevó como un mes aquí.

Las escamas del dragon eran de color, como indica su raza, Ocre, igualmente tiene matices color arena. A lo largo de su cuello largo y cuerpo salen espinas gruesas de un rojo mate. Sus ojos son de un amarillo tan intenso como los del joven. Shaf, se quedó sin aliento y volvió a levantar el revolver, aún sabiendo que no le serviría de nada para protegerse.

Gean miro al hombre que se había parado de un salto y trataba de mantenerse lo más alejado de ellos, mientras mantenía el inofensivo revolver levantado

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Gean miro al hombre que se había parado de un salto y trataba de mantenerse lo más alejado de ellos, mientras mantenía el inofensivo revolver levantado. Gean, lo mira, entre tanto, acaricia el cuello de Scale, su Dragon Ocre.

—Vamos, baja el arma. No es nada para alarmarse.

—¡Es un dragon!

—Por favor, baja el arma—. Scale lo miraba con hostilidad e iba abriendo sus fauces.

αԋʂαɾαDonde viven las historias. Descúbrelo ahora