•Besos y malentendidos•

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En cuanto hizo el primer trazo, Tae supo que aquella facilidad y casi emoción por dibujarlo era lo que tanto había estado esperando. No sabía porque justo Jimin, pero él le inspiraba a querer dibujar y esa sensación o inspiración era algo que le hacía falta en ese momento. No podía dejarlo pasar.

—¿Quieres retratarme?
—Sí, y te pagaré obviamente porque van a ser varias sesiones. —Le aclaró al ver la expresión del rubio.
—No tiene que ver con si me pagara o no, es que no puedo creer que me quieras como modelo para algo tan importante.
—Te voy a ser sincero— dijo y trago duramente antes de continuar. —Hace meses que no toco un pincel y lo que pasó hoy me sorprendió hasta a mí.
—¿Y qué sucedió? —La mirada oscura e interesada del rubio no se despegaba del nervioso Tae frente suyo.
—Apareciste. — La mirada del peliazul se fijó en Jimin con intensidad. — Me ayudaste a superar este bloqueo y creo que con tu ayuda podré terminar mi tesis y podré  graduarme.

La dulce sonrisa que el rubio le dedicó le dio a entender que aceptaba y eso, por algún motivo, hizo que su corazón se acelerara más de lo que ya estaba.

[...]

—¿Cómo te fue con Tae? —Preguntó su primo al verlo entrar al departamento.
—Muy bien— Al ver aquella amplia y radiante sonrisa en el rostro del rubio, se dio cuenta que algo estaba ocurriendo.
—Ya veo— Dijo Bogum pensativo y casi asustado.

[...]

Los días que prosiguieron fueron intensos. Tae se había pasado todas las noches pensando un concepto sobre el cual trabajar, pero nada se le ocurría, y creyó que con ayuda de Jimin podría surgir algo y no se equivocaba, ya que cuando lo vio pasear por su estudio, supo exactamente qué hacer.

Le impresionaba la capacidad que tenía para inspirarlo. Su simple presencia, su sonrisa, el modo en el que observaba sus trabajos o como lograba hacerlo reír al decir todas las formas locas que veía en sus cuadros abstractos, eran suficientes para crear un mundo perfecto donde el centro de todo era Jimin y su radiante existencia.

Habían quedado en que día por medio se reunirían en el estudio de su casa para poder trabajar. Tae había creado una pequeña escenografía llena de flores silvestres donde Jimin se recostaba logrando que, gracias a luz proyectada, las sombras caigan sobre su angelical rostro para una escena perfecta.

Y apesar de que Jimin no pudiera moverse mucho, ambos conversaban bastante y cada día terminaban aprendiendo muchas cosas del otro.

Tae estaba cada día más convencido de que aquella inspiración que encontraba en Jimin, no era algo meramente superficial. Por la manera en la que ansiaba verlo cada día, o la necesidad de acomodarle su suave cabello para que este en su lugar, eran pequeñas cosas que le llenaban el corazón.

Jimin también podía notar como la sonrisa cuadrada de Tae se había convertido en lo único que necesitaba para saber que ese día había sido bueno. Encontraba irresistible los gestos que hacía cuando lo observaba de vez en cuando para volver a dar pinceladas sobre el lienzo, y la forma en la que pasaba su lengua por sus finos labios era suficiente para querer probarlos.

Sí, aquellas semanas fueron intensas, totalmente cargadas de tensión. Una tensión que ambos notaban y deseaban terminar.

—Se hizo muy tarde, ¿quieres quedarte a cenar? Es lo menos que puedo hacer en recompensa.
—No veo porque no. — Aceptó Jimin mientras se incorporaba del piso.
—Bien, iré a pedir algo, ponte cómodo.
—Está bien, gracias. — Tae le guiño un ojo y se marchó en busca de su celular.
Luego de que la comida llegara y de que ambos la devoraran en cuestión de minutos, continuaron hablando sobre cada uno.

Abrázame Fuerte [•Hold me Tight•] #VminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora