Voy subiendo en el elevador ,de paredes de espejo, hasta el décimo piso, que es donde se encuentra mi oficina.
Mientras subo observo el anillo con el diamante rosa en mi mano. Ha pasado una semana desde que Aldair me propuso matrimonio y sigo sin acostumbrarme a ello.
No pensé que fuera a casarme algún día con el hijo del magnate dueño de Shelter Inc. De hecho, ni siquiera imaginé que obtendría la plaza para trabajar aqui.
Las puertas por fin se abren. Mi oficina esta al fondo de los cubículos, junto a la de Aldair. Soy la encargada de Recursos Humanos. Él es el vicepresidente pero falta poco para que su padre le herede la empresa. Nuestro compromiso aceleró las cosas, dará una mejor imagen para la empresa de papá. Suspiró.
Empresas Octano y Shelter Inc por fin unidas.
Casi puedo leer los titulares de los periódicos e imaginar los flashes de las cámaras que nos fotografiarán en la rueda de prensa de esta semana para el anuncio oficial. Yupi.
Me dejo caer en mi silla y enciendo mi ordenador. Saco mi celular y lo guardo en el bolsillo de mi chaleco ejecutivo. Mientras carga el sistema operativo, decido ir a la cafetería por un café.
Estando ahí, tomó 3 tazas y las lleno. Menos mal que mi secretaria siempre tiene listo el cafet antes de que llegué. Coloco las tazas llenas y el azúcar en una bandeja, y me dirijo hacia la presidencia.
Toco la puerta y espero que mi suegro me conceda la entrada.
—Buenos dias señor Shelter—digo con mi mejor sonrisa empujando la puerta con mi cadera—Le he traído un café
—Buenos dias Gemma— él rie—Te he dicho que puedes llamarme por mi nombre de pila desde que sales con mi hijo... O quizás prefieras llamarme papá ahora que pronto se casarán.
—Lo siento, no logro acostumbrarme aún
Y ya han pasado tres años Gemma...
—Deberias intentarlo, me siento raro cuando mi nuera me dice señor
—Esta bien, lo dejo continuar con su trabajo, nos vemos luego señor...Sergio—Digo su nombre de forma forzada, de verdad me cuesta.
Salgo de su oficina y me dirijo hacia la de Aldair. Tomó un respiro antes de entrar.
No me malinterpreten, yo lo amo pero todo el asunto del compromiso me ha puesto a pensar y me siento ofuscada.
Tocó la puerta y entró cuando me lo permite. Por su rostro de sorpresa puedo ver que pensaba que era su secretaria pero ese gesto se transforma en una suave sonrisa.
Dejo la bandeja sobre su escritorio y me acerco para saludarlo. Me inclino para darle un beso pero termina jalandome hacia él y haciéndome sentar sobre su regazo. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y uno nuestros labios.
Se ve muy apuesto con ese traje azul marino que lleva hoy. Se ve apuesto con todo lo que use, y cuando no usa nada, también.
—¿Cómo está la mejor prometida de todas?
Su pregunta me hace sonreír. Miro sus ojos azules que destellan de amor... Amor por mí. Me pregunto si mi mirada es igual cuando hablo de él.
—Bastante bien—Paso mis dedos por su corbata— Solamente queria desearle los buenos días a mi futuro esposo.
Mis palabras provocan que él me bese de nuevo, pero esta vez es un beso más lento y duradero.
Nos quedamos charlando acerca de trabajo, de cosas acerca de la boda, acerca de donde comer hoy, entre otras cosas.
Finalmente vuelvo a mi oficina, mi café ya esta frio para entonces. Abro mi correo y reviso mis pendientes del día. Tengo una bandeja llena de 200 mails aguardando que los lea.
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Tu mirada en mí
Short StoryGemma Octano, hija del empresario Javier Octano, está ahora comprometida con el hijo del dueño de Shelter Inc. Para ella todo es felicidad: tiene un buen empleo, un grandioso novio al que ama, las mejores amigas y una familia amorosa y unida. Pero...