Jack "El Negro"

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Ese día se había enterado de algo que supo que marcaría una diferencia en su estancia por las Highlands. Era prácticamente insignificante, pero acarreaba un mensaje de fondo. El cabo Hawkins, con su semblante temeroso, como de costumbre, había golpeado en su despacho aquella mañana, mientras él organizaba unos papeles.

-Capitán, señor –saludó al ingresar, luego de recibir el permiso –Tengo... noticias.

El tono en su voz le indicó a Randall que el Cabo no quería ser el mensajero de aquello. Se paró, observándolo con inquietud.

-Bien, ¿va a decirlas? – inquirió desde su posición detrás del escritorio, luego de un silencio que Hawkins no estaba dispuesto a romper.

-Es, en realidad, se ha escuchado que los Escoceses, bueno, señor –balbuceó el Cabo, retrasando la información- se trata... es un apodo.

Una ceja se elevó en el semblante calmo del Capitán. Aquellas no parecían noticias muy excitantes, pero le generaron la curiosidad necesaria.

-¿Y cuál sería este apodo, si puedo saber? –soltó lentamente, comenzando a exasperarse por la lentitud del Cabo.

-Yo no lo he oído realmente, señor, pero me han contado que comenzaron a llamarlo Jack "El Negro".

-Jack "El Negro"- repitió, con una ligera expresión de diversión en su rostro – Bueno, dudo que sea por mi complexión. ¿Qué opina usted?

El Cabo desviaba su mirada, recorriendo con sus ojos desde el suelo hasta las paredes.

-No lo sé, señor.

-¿No se le ocurre ni una sola razón? –entornó los ojos, manteniendo una ligera sonrisa en los labios.

- Creo que fue luego de ese día, el joven de los cien azotes sobre cien azotes...

Aquello había sucedido hacía tan solo una semana.

Randall le permitió al Cabo Hawkins retirarse y una vez solo se sentó frente al escritorio. Aquella hazaña le había ganado un apodo, un nombre que intentaba reflejar su interior, que resumía lo que habían presenciado aquellas personas ese día. Un nombre que recopilaba lo que a tantas otras les había sucedido con anterioridad y que predecía el futuro de aún más. Su mente no pudo evitar dirigirse hacia aquel escocés, aquel muchacho de espíritu inquebrantable. Admirable, sin dudas. Le había dejado un sabor agridulce, una sensación que lo perturbaba. Quería tener aquel cuerpo, aquella alma, poder investigarla, poder desarmarla y quebrarla. Quería desnudar los miedos de aquel joven, exponerlos, transformarlos, alentarlos y acallarlos. Se había escapado de entre sus dedos y ni siquiera podía estar seguro de que se encontraba con vida en aquellos momentos. Aunque de algo si estaba seguro: si lo encontraba nuevamente, iba a ser suyo.

Jack "El Negro" - OneShot de OutlanderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora