II

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Las agujas del reloj marcaron las tres del medio día. Era tarde cuando InSeong se despertó, agradeciendo que tal vez por motivo del día que era, SangHyuk había decidido dejarlo despertarse de forma natural y no obligada. O eso, o había vuelto a desaparecer.
Recordó entonces la tarde del día anterior, cuando encontró al casi rubio rodeado de papel de regalo. ¿Tan estúpido había sido?

Frotó con cuidado sus ojos, despertandose completamente antes de salir de la habitación. La casa de nuevo estaba en silencio, pero vista la hora que era, existía la posibilidad de que SangHyuk hubiese salido a comer o incluso a ir a por comida para los dos.

Decidió enviarle un mensaje para asegurarse, y mientras esperaba respuesta, aprovechó para ducharse y ordenar un poco tanto su cuarto como el salón. Sorprendentemente, para el tornado que podía simular el paso de SangHyuk por el piso, lo mantenía todo bastante ordenado; ni siquiera había rastro de las cajas del día anterior.
La respuesta llegó cerca de treinta minutos más tarde, con un mensaje escrito todo en mayúsculas rogándole para que le esperase. Al parecer, se había retrasado en lo que fuese que tenía que hacer.

Cuando se hicieron las cuatro, SangHyuk apareció en el apartamento, con una extrañamente amplia y a la vez sospechosa sonrisa.
A continuación, dejó sobre la mesa lo que aparentemente había elegido para comer.
InSeong se inclinó hacia delante aún sentado en el sofá, observando entonces la caja de pollo frito y picante que su amigo había escogido. Podía reconocerlo fácilmente, pues desde hacía varios años frecuentaban el lugar dónde las hacían; JaeYoon trabajó allí durante un tiempo.

— Luego tenemos que ir a un sitio. —Anunció el menor, antes de dar por comenzada la comida—.

— ¿A dónde? —Inquirió el cumpleañero—.

— Es un secreto. —Añadió SangHyuk, dedicándole nuevamente la sonrisa que había mostrado al llegar—.

— Oh, por Dios. Ya soy lo suficientemente mayor como para eso, dímelo.

— No.

— SangHyuk, dímelo.

— No. —Continuó negándose—.

— Soy mayor que tú, hazme caso y dímelo.

— No lo haré.

La conversación siguió en esa línea, y como era de esperar, InSeong no logró sacarle ningún tipo de información válida a su mejor amigo. Después de tanto años debería haber supuesto que no conseguiría saber nada.

La comida transcurrió con rapidez, entre el sonido que provocaban al comer y conversaciones que carecían de sentido.
Y nada más dejar el último hueso dentro la pequeña caja, SangHyuk se precipitó a tirarla y obligar al mayor a lavarse las manos, para poder sacarlo a rastras del edificio sin darle ningún tipo de pista de a dónde irían.
De nuevo InSeong agradeció, esa vez por haberse duchado y cambiado de ropa. Podía asegurar que aún llevando el pijama puesto, su amigo no le daría tiempo para cambiarse y lo habría metido a su coche fuese lo que fuese que lavará puesto.

SangHyuk condujo en silencio e InSeong se mantuvo observando la carretera tratando de adivinar a dónde se dirigían.
Poco después, todo movimiento procedente del vehículo se detuvo y otra vez fue arrastrado por el menor hasta la puerta de un edificio que no visitaba desde hacía semanas. Realmente, sólo había ido una vez, cuando fue invitado a la inauguración de su apartamento tras haberse independizado y haber dejado de vivir con sus padres.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2019 ⏰

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Never say goodbye; JaeSeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora