Capítulo 4

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Allan la apresó con sus brazos y gruñó eufórico, sonrió por dentro y siguió probando esa boca que lo tenía completamente enloquecido

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Allan la apresó con sus brazos y gruñó eufórico, sonrió por dentro y siguió probando esa boca que lo tenía completamente enloquecido. Emma sintió la primer arcada al segundo en que la lengua del idiota usurpó su boca. Se alejó de inmediato pero no logró apartarse de él. Intentó morderlo para poder liberarse, y aunque lo consiguió, Allan continuó su labor tras soltar un pequeño quejido. Él quería seguir con ese momento sublime, que ese beso diera lugar a algo más íntimo, más interesante. Quería llevarla a un lugar oscuro en el que pudiera seguir grabando cada detalle de sus deliciosos labios.

Un segundo bastó, un pequeño instante de descuido por parte de Allan —confiaba en que ella no se apartaría— para que Emma pudiera zafarse de su agarre, liberó su boca en busca de aire, dio un paso atrás y lo empujó con todas sus fuerzas. Allan abría sus ojos lentamente mientras su cuerpo caía sin tregua hasta estamparse de espaldas al suelo. La miró completamente asombrado, ¿por qué lo había empujado?

Emma respiraba con dificultad, tallaba su boca con violencia, su ceño fruncido denotaba su mal humor. Estaba tan furiosa que Allan de verdad temió ser pateado. La miró fijamente, sin poder comprender su acción, apretó los labios, ofendido, ¿de verdad no le había gustado?

Emma miró a Tony, el niño los observaba con un rostro de completa confusión. Ella dejó salir su frustración y se obligó a sonreír a su sobrino. Dio un paso atrás, ya que sentía que en cualquier momento se abalanzaría a golpear a ese desgraciado.

—Nunca vuelva a hacerme eso —siseó en un tono más alto, evitando gritar— No respondo por lo que pueda hacer, señor Estrada.

Allan tragó el nudo en su garganta con auténtico miedo, hablaba en serio, podía ver el odio irradiar por sus ojos. Y sabía que la única razón por la que seguía con vida, era por la presencia del pequeño Tony. Sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero tragó para darse valor.

—Quería hacerlo —dijo en voz tenue, a pesar de su miedo— Es un impulso irresistible que me da cuando te tengo cerca.

Emma aspiró con fuerza y dio un paso adelante.

—Lárguese.... —su voz salía entre susurro y grito ahogado.

Allan se puso de pie lentamente sintiendo un ardor en la espalda baja, había caído mal y podía jurar que el día de mañana le dolería mucho. Miró a Emma que no perdía detalle de sus movimientos. No podía perder nada ya, así que decidió arriesgarse y decirle su verdadero motivo.

—Quiero que trabajes para mí —aclaró hablando lentamente

—No quiero volver a verlo —aclaró tras acercarse a Tony, lo tomó en brazos — Después de todo lo que me ha hecho no tiene derecho a decir nada, fuera de mi casa, ahora —exigió.

Allan frunció el ceño, frustrado, no quería que las cosas terminaran así. De verdad la necesitaba.

—No me iré hasta que escuches lo que quiero decirte —respondió nervioso.

Falsas Impresiones [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora