Después de Kingston

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Lord Patrick soltó un puño contra la mesa de su escritorio, y su hijo, William, estaba sentado ante él sobresaltándose levemente por la fuerza con la que había ejercido dicho brusco tacto contra la madera. Los ojos del hombre ardían en llamas de furia, de venganza, de odio, de muchas cosas, unos simples piratas lograron atacar su banquete y ahora estaba totalmente enfadado.

-Padre -Dijo William, con voz neutral, pero igualmente demostrando su lengua viperina- Tú y yo sabemos bien que esa noche no teníamos suficientes defensas como para defendernos de los ataques de los piratas.

Patrick frunció el ceño

-¿¡Suficientes defensas!? -Exclamó- ¡Las teníamos! ¡Pero esos piratas lograron matar a todos los oficiales que teníamos en la carpa!

-¿Y acaso no pudistes buscar más?

-Tú no me juzgues, William Olsen -Dijo el hombre, entrecerrando los ojos, señalándolo con dedo acusador- Al igual que yo, huiste esa noche, y me han contado que por poco te acostabas con Lady Gwendolyn Evans, ¿Tú acaso estás loco?

William no se esperaba aquella afirmación por parte de su ahora enfuercido padre, no iba a negar que sedujo a la joven Gwendolyn, pero él simplemente le explicó tanto como podía que jamás llegaron a nada, aquello aún no le convencía.

-¡Bah! ¡Dejemos este asunto en el basurero, tengo más cosas de las cuales ocuparme respecto a todo este asunto!

Lord Patrick se llevó la mano a la frente, exhausto, bastante angustia había cargado esos pocos días después del ataque al festín que se celebraba en el corazón de Kingston y ahora estaba dispuesto a encontrar la pista de esos piratas, para poder hallarlos y asesinarlos, o simplemente hacerlos esclavos. Su hijo, aún sentado ante él, le dijo;

-¿Qué tienes en mente para encontrarlos, padre?

-Básicamente sé que cuento con unos pocos téstigos que se quedaron a presenciar desde las sombras la batalla que se armó después de que hubiésemos huido.

-¿Y qué te han dicho?

-Una críada me informó que había visto botes salir de un pequeño islote cercano al puerto donde supuestamente estaba anclado un barco, la tripulación era mayormente joven, más o menos de diecisiete a veinticinco años, no sé con que certeza quisieron ir a hacer el ataque, pero según un rumor que empieza a hacerse palpable por todos los suburbios de la ciudad, querían encontrar al...hijo, de mi estúpida y traicionera hermana, Elain.

William tragó saliva, pero Patrick, al haber dicho eso apretó sus dientes en una mueca de enfado al venir a su mente muchos recuerdos de ella, de cómo traicionó a su familia uniéndose a las filas piratas durante la guerra pasada, y al mismo tiempo, se deleitó rememorando como la mató fusilándola con muchas armas en la batalla librada en Southampton. Los rumores que venían aflorando desde Europa eran,  en efecto, ciertos, Elain había engendrado a un hijo y por consecuencia a un heredero al Reinado Pirata, por tal razón se le ha estado dando caza desde hace mucho tiempo.

-Oh...mi renegado primo -Dijo William, sarcástico- Entonces parece que está vivo, y lo que me asombra es que posiblemente haya estado en nuestros propios dominios.

-No es tu primo, William -Contrarrestó Patrick- De alguna u otra forma, los piratas se encargaron de burlar mi constante vigilancia por la ciudad y lo mantuvieron bien oculto, sí en ese caso ese maldito engendro ha estado pululando libremente bajo mi ingenuidad, pero ahora que lo sé, muy probable es que se haya ido con aquellas escorias humanas y esté rondando los siete mares y...quiera armar una tropa para... -Tragó saliva-

-¿Para...? -Preguntó William, alzando una ceja interrogante-

-...Para una revancha -Concluyó al fin Patrick- Lord Thomas Lodge ha pasado incontables dolores de cabeza con tan sólo saber que existe, y ni hablar del propio Su Majestad. En cuanto recopile mucha más información dispondré mis flotas para encontrar ese barco, y en cuanto acabe con ellos, capturar a ese maldito y enviarlo a Londres para que lo maten.

El Reino de los Piratas I - El Capitán de las Siete MaldicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora