Recuerdos

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Corriendo a todo lo que pueden sus cortitas piernas, intenta huir de los bravucones que lo persiguen de ya hacia varias cuadras. Mira hacia atrás, ya le estaban pisando los talones, desesperado se echó a correr con todas sus fuerzas, pero en su apuro, terminó cayendo de bruces al suelo. Todo despatarrado, comenzó a llorar, miró con miedo sus rodillas, al ver su pantalón roto y la sangre salir copiosamente, sollozó con mayor energía. En eso escuchó unas carcajadas y a alguien que decía con mofa: —¡¿Acaso la panzota no te dejó ver por donde corrías?!—era SeHun. El chico siempre tenía palabras hirientes para el pequeño que sollozaba en el suelo. JongIn su mejor amigo, se reía a carcajadas, pareciendo que se podría ahogar con su propia lengua.

El niño intentó contener las lágrimas, pero cuando comenzaba a llorar muy difícilmente podía parar. Sorbiendo sus moquitos, se cubrió con las manos la carita; No quería que lo vieran así, él sabía que es débil y patético, pero no podía llegar a entender la manía que le tenían esos niños por el simple hecho de ser gordito.

—¿Qué tienes ahí ? —quiso saber SeHun, al notar como el niño intentaba ocultar un colorido cuaderno bajo su enorme trasero. SeHun desconocía, que precisamente ese cuaderno era su más preciado tesoro.

—¡Kai, quítaselo! —ordenó con un brillo en los ojos.

—¿Acaso soy tu chacha?—gruñó JongIn, frunciendo el ceño interrogante.

—¡Joder JongIn!

—¡Odio que me llames así! —gritó el moreno enrojeciendo hasta las orejas.

—¡Quítale el jodido cuaderno Kai! — Ordenó SeHun blanqueando los ojos exasperado.

Enfurruñado JongIn fue donde el niño que sostenía el cuaderno como si su vida dependiera de ello. —No por favor...—suplicó mirando a SeHun, pero en la mirada del chico no había el menor atisbo de compasión ni bondad. Luego de unos cuantos puntapiés y coscorrones, JongIn logró que el niño soltara el cuaderno y se lo lanzó a SeHun.

—¡Devuélvemelo! —dijo con voz retumbante, poniéndose de pie y corriendo hacia SeHun, estaba decidido a recuperar su cuaderno. Cuando pensó en la posibilidad de que podría arrancárselo de las manos, SeHun de un fuerte empujón lo tiró de culito al suelo. Ambos chicos soltaron en carcajadas, mientras él hacía un puchero intentando contener las lágrimas.

En eso llegó Kris que tomándose el pecho decía:

—Lo tenía... lo tenía...

—¿Lo tenías? si como no —se burló JongIn. —Es una vergüenza que esa bola de grasa pueda correr más rápido que tú...

—Correr no es mi estilo —declaró Kris, mostrando una sonrisa ladina.

Sus amigos se echaron a reír, olvidándose por unos segundos del gordito niño, que se limpiaba con la manga las lágrimas y moquitos que le escurrían con brío.

—¿Y eso? —preguntó Kris, mirando el cuaderno.

—Es de nuestro amigo el mantecoso.... —respondió SeHun indicando al pequeño en el suelo.

—¿Qué tiene?

—mmmmm dibujos....—respondió SeHun, abriendo el cuaderno.

—¡Quiero verlos! —exclamó JongIn interesado.

—N-o-no-no ti-ti-e-nen-de -de.. derecho.. — tartamudeó el niño.

—shissssssss... —lo calló SeHun.

El pasado te condena [SeHo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora