Primer encuentro

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Ya sea que nos merezcamos esto o no, 

ya sea que estos sean los días más oscuros de nuestras vidas 

o la felicidad más brillante, 

hemos sido guiados por el amor. 

¿Cómo puede algo salir mal cuando somos guiados por el amor?

Morgan Parker.


Natsume había pasado la mayor parte de su adolescencia solo. No le gustaba la gente, ni sentía necesidad de acercarse a los demás. Suponía que tenía una piedra en lugar de corazón, ya que en sus veinticuatro años de vida nadie había logrado que él sintiera algo.

Durante sus días de secundaria él había tenido novias, con algunas había estado un poco más de tiempo, con otras menos, pero siempre terminaba todo igual: ellas al final terminaban por abandonarlo, excusándose en que "él no les ofrecía lo que ellas necesitaban". Muchas veces terminaban llorando sin que supiera qué tipo de expresión poner.

Sus amigos lo llamaban rompecorazones, pero él solía pensar que su apodo estaba mal: probablemente era su corazón el que estaba roto, y por eso era incapaz de sentir.

Dada su condición tan extraordinaria, en sus días como estudiante universitario tomó un trabajo poco convencional y se volvió anfitrión en un bar nocturno. ¿En qué consistía este trabajo? Pues tenía que venderles una imagen a las mujeres que habituaban el lugar, ofreciéndoles tragos y, por supuesto, su compañía.

No cabía ninguna duda de que Natsume era un joven muy apuesto. Todas las prendas le quedaban bien, desde su uniforme escolar de secundaria hasta el traje apretado que utilizaba ahora en su trabajo nocturno. Algunas veces ayudaba a sus amigos reemplazándolos en sus turnos de día, donde en lugar de servir tragos era un simple barista de café, y también el delantal le quedaba bien. Tanto las clientas nocturnas, como las que iban a beber café de día, caían completamente rendidas ante él.

Sin embargo, todas ellas sabían que el trabajo de Natsume sería temporal: él simplemente haría esto hasta terminar sus estudios universitarios y luego lo dejaría. No era un trabajo que pudiera mantener por siempre, pero para su pequeño mundo de estudiante, viviendo solo en su habitación de alquiler, era más que suficiente.

Hacía mucho tiempo que no llamaba a sus padres, quienes estaban separados y vivían muy alejados el uno del otro. Quizás, la forma en la cual había pasado su infancia, yendo y viniendo entre ambos sin nunca conocer de verdad una unión familiar lo había incapacitado para establecer lazos con los otros. Quién sabe.

Lo que sí sabía era que no le gustaba mucho hablar, pero sí leer. Su infancia había sido un sinfín de libros de todos los tipos y colores, algunos incluso en otros idiomas, que su abuelo, la única persona que había admirado alguna vez, le regalaba en cada cumpleaños u ocasión especial.

Aquella tarde se dirigía a su trabajo nocturno como siempre y volvió a encontrarla allí, parada en la puerta, con la mirada perdida y sosteniendo una bolsa entre sus manos. Ella no había pasado desapercibida para él, era bonita y bien parecida, pero nada más. Habían hablado varias veces, pero Natsume seguía sin sentir nada. No obstante, ella sentía de todo.

—Sé mi novio— le dijo firmemente—. Le he preguntado a tus amigos y sé que no tienes novia. Por favor, sal conmigo.

—Lo lamento— le respondió Natsume una vez más. No era la primera vez que se lo pedía—. No sirvo para mantener relaciones.

—Esperaré. Juro que esperaré. No importa si no me amas, me conformaré solo con estar a tu lado. Estoy segura que me amarás, así que por favor, acepta salir conmigo.

 «¿Por qué no aceptar? Al final, terminará alejándose por su propia cuenta al igual que hicieron las demás», pensó. Nunca podría haberse imaginado lo difícil que sería alejarla de él.

Finalmente llegó su último día de trabajo. La próxima semana comenzaría una nueva vida con un nuevo empleo, y se mudaría a un departamento un poco más grande y cercano a su nuevo trabajo. Quizás la idea de adoptar una mascota lo emocionaba un poco, en su antiguo edificio no le estaba permitido traer mascotas y tampoco tenía el espacio suficiente. Tan solo eran él y sus libros, pero este podía ser un nuevo inicio.

Tal y como era de esperarse, Manami no lo había contactado en la última semana. Nunca duraban más de dos meses, la mayoría no soportaba su frialdad ni siquiera uno. 

Comenzó a guardar todas sus pertenencias en pequeñas cajas para tener lista la mudanza, aunque no le tomó demasiado tiempo ya que además de sus muchos libros, algunos utensilios de cocina –los necesarios para que solo un hombre adulto cocine–, y algo de ropa, no contaba con muchas cosas. Decidió salir a comer afuera para no ensuciar, tomó su chaqueta y bajó las escaleras deprisa.

Hacía tanto frío que Natsume se arrepintió de no haberse llevado gorro y guantes, aunque igualmente decidió seguir su camino hacia la tienda de conveniencia en lugar de volverse y abrigarse más. Encendió un cigarrillo mientras caminaba observando los árboles y las estrellas, cuando de pronto escuchó algo entre los arbustos. Sonaba como si alguien estuviera llorando y, si bien no le interesaba particularmente lo que estuviera sucediendo, le pareció que lo ideal sería ir a revisar en caso de que tuviera que pedir ayuda a la policía.

Creyó que encontraría alguna persona herida, pero en su lugar había una chica de rodillas en el suelo. No estaba herida por ningún lado, aunque sí se veía completamente despeinada, con la cara rosa del frío y las manos sucias con tierra. Parecía estar buscando algo, así que Natsume decidió seguir su camino. Fue entonces cuando Nana Yoshikawa lo vio.

—Disculpa, ¿te molestaría ayudarme? Perdí algo importante y necesito encontrarlo pronto.

—No— contestó Natsume. Y siguió caminando.

Será nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora