¿Por qué tú?

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Un nuevo semestre estaba comenzando. Este sería el último año de Nana en la secundaria, y tenía intención de disfrutar sus últimos días como adolescente con plenitud. Su ex novio, Shun, esta vez estaba en otro curso así que ya no tenía que preocuparse más por eso.

Afortunadamente su mejor amiga, Tsubaki, una vez más volvería a ser su compañera, y también estaba junto a ellas su vecino y amigo de la infancia, Shotaro. 

—Ese maldito Shun es un imbécil— les dijo Shotaro mientras lo observaba de lejos alardear frente a unas chicas de primer año—. Sabía que era un tonto, pero que era completamente un idiota, eso es algo nuevo.

—Siéntate detrás nuestro— interrumpió Tsubaki—. Continuemos nuestra conversación después de clases, pronto llegará el nuevo profesor.

Cada uno tomó su lugar mientras el nuevo profesor de inglés entraba al salón. Para sorpresa de ambos, fue cuestión de segundos antes de que sus miradas se cruzaran y se reconocieran mutuamente.

Allí estaban, la chica que Natsume se había negado a ayudar esa noche fría de invierno, y el chico desagradable que había continuado su camino sin ni siquiera oír lo que Nana quería pedirle. El desorden del salón pareció importarles poco mientras sus miradas se sostuvieron, sin embargo la regente los trajo nuevamente a la realidad al interrumpir los murmullos del salón y presentarlo:

—Su nombre es Natsume Nakajou, será su profesor de inglés este año y además será el encargado de este curso. Es nuevo en esta escuela y este es su primer año trabajando de esto, así que les pido que mantengan el orden. Cualquier inconveniente que tengan, primero se lo dirán a él y luego veremos cómo continuar. 

«Así que tu nombre es Natsume» pensó Nana regocijándose como si hubiera descubierto algún tipo de secreto oscuro. Como el profesor Nakajou, Natsume aún se veía joven y era muy atractivo. Llevaba puestos un par de lentes que ocultaban sus ojos y se había recortado el cabello. Él notó que ella lo estaba observando, sabía que lo había reconocido, así que trató de evitar su mirada dirigiéndole una sonrisa falsa a la regente, una de esas que tanto había utilizado en el bar antes.

El efecto fue inmediato. Tanto la mujer regordeta mayor de cuarenta, como todo el resto de las alumnas presentes, cayeron bajo su encanto. Él se veía dulce y correcto, sin embargo Nana sabía que, aunque ocultara su mirada detrás de esos lentes, sus ojos eran tan fríos como lo era seguramente su corazón.

—No me agrada— le susurró a Tsubaki.

—¿Por qué no?— respondió ella— Es muy apuesto. Este será un gran año.

—Ah, antes de retirarme— La regente despertó del hechizo de Natsume justo antes de salir del salón—, necesito que alguien ayude al profesor a familiarizarse con la escuela y nuestras actividades. Déjenme ver... Yoshikawa, tú estás libre, lo leí en tu informe. Ayúdalo después de clases.

Así fue como Nana comenzó a pasar sus tardes de aquella semana junto con aquel sujeto que no le agradaba para nada. Natsume demostraba ser una persona social y agradable frente a los demás, pero ella lo había visto ser frío como el hielo. Su mirada, ahora oculta tras los vidrios de los lentes, se había grabado para siempre dentro de ella. 

Iban y venían, subían escaleras, revisaban los salones. Nana nunca lo miraba directamente, y él se sentía más cómodo así. Había dejado salir su verdadero yo aquella noche con una completa desconocida, la cual ahora era su alumna y con quien tendría que haber podido sostener la mentira de su personalidad. Pero ella lo había visto, había notado cómo no había nada dentro de él y Natsume temía ser expuesto delante de todos. 

—Puedo notar que se siente incómodo— Nana se detuvo repentinamente mientras subían las escaleras hacia la terraza.

—No sé de qué hablas— le respondió él fingiendo una sonrisa.

—Esa sonrisa es falsa.

El profesor Nakajou se paró en seco y bajó la mirada. En realidad, Natsume quería morir de la vergüenza. Le pesaba tener que pasar tiempo con ella, le fastidiaba que no creyera su mentira.

—Supongo que no puedo fingir después de lo que hice— le dijo mientras se encogía de hombros y esbozaba una sonrisa extraña.

—Es agotador pretender ser quien no es frente a los demás. No debería sobreesforzarse para caerle bien al resto, simplemente debería ser el frío, demente y solitario que sé que es— Nana continuó subiendo la escalera—. Tengo hambre, hemos estado dando vueltas por la escuela toda la semana y hoy es viernes. ¿Deberíamos comer algo mientras descansamos?

Natsume se quedó en silencio. Nunca, en ningún momento de su vida, nadie le había dicho que no se sobreesforzara en pretender ser quien no era. Por el contrario, siempre que sus novias lo dejaban, además de llorar solían recriminarle que no se esforzaba lo suficiente en la relación.

Asintió con la cabeza y también subió las escaleras. La terraza era un lugar agradable en el tercer piso, lucía como un sitio genial para pasar la hora del almuerzo tranquilamente. Nana sacó de su bolso una pequeña caja y le ofreció su contenido:

—Es lo que sobró del almuerzo. Noté que estuvimos quedándonos hasta tarde recorriendo la escuela sin comer nada, así que hice un poco de más. Me gusta mucho cocinar, creo que es para lo único que soy buena.

Quizás para Nana esto era algo normal, pero Natsume nunca se había sentido verdaderamente cómodo frente a estas situaciones. Varias chicas le habían hecho almuerzos caseros durante la secundaria pero, aunque aceptaba comer con ellas, siempre contaba los minutos para volver al salón de clases y no tener que seguir conversando con ellas. Sin embargo, en esta ocasión, en esta terraza, y con esta joven de cabello negro y ojos redondos, su corazón se sintió verdaderamente conmovido.

Sabía que a ella le desagradaba, que estos días ayudándolo habían sido como una pesadilla, pero eso no había evitado que aún así pensara en él, incluso habiendo visto su verdadero y horrible yo.

«¿Por qué, de todas las personas, tenías que ser tú?»  fue su último pensamiento antes de sentarse a comer y observar el cielo a su lado.

Será nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora