Camarero, sírvame otra copa de recuerdos,
quiero embriagarme con el amargo sabor de la tristeza,
sirvale un trago igual para mi acompañante la soledad,
aquella que jamás me abandonó porque nunca estuvo conmigo.
Soledad, oh maldita luperca,
sólo te acercas para lastimar,
no sabes como duele tu indiferencia no tan diferenciada de lo que me hace sentir un puñal en el corazón;
un puñal cargado de lamentos nocturnos como el expresado hoy, lamentos nocturnos, que cuentan con nombre, pero con los cuales ningún hombre cuenta.
No son sino expresiones de vivos que dejaron su vida por amores muertos, que olvidaron recordar, pero que cuando fueron olvidados, los recuerdos los podían matar;
y es que como no morir, amada mía, si son el filo de tus palabras que atacan como dagas envenenadas con mentiras ciertas,
que en mi endeble corazón aciertan, y que ninguna condición respetan.
No la mereces, me dijo el espejo, toma la bebida más cara para que la olvides y te escondas tras una máscara y aparentes sin motivo aparente que no lloras por la joya más cara que se haya presentado en tu miserable vida,
aquella vida que no te pertenece porque ya se la has otorgado a alguien a quien no le importa tu vida.
Oh maldita soledad, dame algo de espacio para respirar, ¿o es acaso, qué entre mis lágrimas no me ves ahogar?
Con ella se fue mi hogar, el hogar en el que mi alma encontraba refugio, esperando a que pasase el prefacio y al fin en tan bella obra papel principal tomar...
Oh puta soledad, tú que nunca has estado sola ya que desde siempre tuviste a quién acompañar, quiero expresar hacia ti mi odio, ya que de mis manos lo más puro y noble has podido arrebatar, su rostro, su mano, su cuerpo esbelto, todo lo que ella es, todo me lo acabas de robar...
Espero disfrutes del trago amargo que a ambos nos va a acabar.
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Palabras de otro tonto enamorado
PoetryEscritos que brotan y crecen entre las ruinas de mi corazón como un jaramago