¿Como vivir ahora? por Jeon Jungkook [3]

011: Uno, Dos hace el reloj

"¿Jungkook?"

"¿Hm?" bajo la mirada hacia la mano de aquel chico y regreso a su rostro.

"Alguien dejo esto en tu puerta ayer en la tarde-noche"

Miro con detenimiento aquella carta  un poco deteriorado con su nombre en la parte posterior derecha.

"¿Sabes quién fue?" la tomó con desconfianza.

"No" y desapareció por el pasillo. 

Jungkook giro su rostro confundido, jugó un momento con el arrugado papel.

Abrió una pestaña y saco aquella hoja perfectamente doblada.

¿Crees en la reencarnación?

Si tú respuesta es un no. ¿Porqué?
Vamos pasó a paso para no agobiarte con las respuestas que estáis buscando desde hace mucho querido Kookie...

Tengo aproximadamente 5 meses de haber llegado aquí a la vida de nuevo. Con un propósito específico.

No te podré decir, sería fatal.

Tan sólo quiero cumplirte mi promesa.

Nunca te dejaría solo.

Siempre estuve aquí contigo.

No quiero que me odies por favor.
Te amo infinitamente.

Por favor, ¿Quieres tomar esta pobre alma que busca tu amor?

Tan solo toma mi mano, en donde toque tus labios, donde tu sonrisa más resplandecía. Por favor ven a mi. Para finalmente ser feliz.

Taehyung—

Se sostuvo para no caer, repentinamente su respiración se volvió errática. No midió en tiempo de cuando empezó a resbalar gruesas lágrimas por su rostro.

Quiso en su más profundo ser que fuera mentira. Que todo esto fuera una cruel broma.

Aunque contradiciendolo quería que sí.

Que Tae estuviera esperando por el.

Llevo una mano a su boca no queriendo que escapase un sollozo en aquella sala de clases. ¿Porqué?

¿Porqué ahora?

¿Porqué Taehyung vendría en este momento?

Cuando el trataba de seguir.

Pero a quien engañaba, si Taehyung se pusiera frente a suyo le propinaria un buen golpe.

Mentira.

Tan solo quería abrazarlo.

¡Mierda! En qué diablos pensaba, es una estupidez. No simplemente vendrá Tae de la tumba y le dirá te amo. Por supuesto que no.

Con una furiosa y grande frustración rompió en mil pedazos aquella carta. No importandole la opresión en su pecho y las lágrimas que aún caían.