Soledad

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Están esos días en que las mujeres nos sentimos más deseadas, más excitadas; lo he intentado muchas veces con mis dedos, sé que muchas mujeres llegan a su orgasmo sin ayuda de algún hombre, pero mujeres como yo, necesita de un hombre.

¿Por qué estoy sola?
Me da risa esa pregunta que la mayoría de los hombres hace; -¿¡Tan bonita y tan sola!?

Realmente amo mi soledad, pero esos días de deseo también quisiera tener a alguien para matar mis ganas.

Tuve sólo un amor y una aventura; también tengo a alguien que ronda en mis sueños eróticos; nunca hemos hablado de sexo, es el más dulce; es de los que crees que es perfecto, de los que piensas que con él todo funcionará; sin embargo aunque yo mencione el sexo indirectamente, él nunca me corresponde; ¿Será eso lo que me excita por las noches?

Estamos a miles de millas de distancia; recuerdo que cuando estudiaba; un grado menor que él; salimos al cine y nos besamos, fue el único día; íbamos caminando a la parada del bus; antes de llegar me agarró fuerte y me pegó a la pared para darme un beso muy apasionado; ¡Como de película!

Nunca me atreví a darle una oportunidad; en ese entonces estaba enamorada.
-¿Te arrepientes?- La verdad sí, especialmente porque ahora lo deseo.

Siempre pregunta por mí día; si estoy bien; sí lo pienso o si me gusta; es de los que siempre pide una foto; es de los que una sonrisa te enamora; es alto y fuerte; de los que te hace sentir segura.

-¿Estaré enamorada?-
No lo pienso en el día; sólo está en mi mente cuando me manda un texto o ¡en mis noches de lujuria!
Él es de los que miras y los desnudas en la mente; alto y fuerte; delgado pero fornido; de los que te hacen el amor con mucha intensidad.

Tuve una aventura con alguien así; creo que es el porqué de qué me gustan así los hombres.
Fue un Argentino; creo que nunca podré olvidarlo; su físico era tan atractivo; su fuerza era impresionante.
Lo conocí en un antiguo trabajo; comenzamos a salir hasta que un día me llevó a su casa; yo sabía lo que iba a pasar, tenía casi dos años de no tener sexo, así que ¿¡por qué no una aventura!?

Quitó mis lentes dejándolos sobre su mesa; comenzamos a besarnos en medio de su cuarto; me sostuvo por 30 segundos hasta encontrar la cama; me resistí, lo admito; nunca había estado con alguien más en tan poco tiempo de conocer; pero ya estabamos allí; excitados; solos y sin ningún compromiso pendiente; recuerdo que la resistencia no sirvió en lo absoluto; bajó mi pantalón de un tirón; estaba sabedora que tendríamos sexo, por lo que llevaba puesto uno de mis mejores panties, de esos con encajes perfectos; era blanco, dejaba ver mis nalgas por lo que sólo cubría la parte de frente.

Rápido se empezó a desabrochar su pantalón; creo que miró una cara de pánico en mí, y empezó a besarme como si existiera amor en ese momento; de los labios al cuello, los senos al vientre, hasta llegar a los labios menores, -¡linda vagina!- escuché y me sonrojé, sin decir nada porque sabía que él tenía el control en mí en ese momento.

-¡Despacito!- recuerdo haberle dicho; había dejado de ser virgen hace mucho tiempo, pero ¡el tamaño era sorprendente!
Sonrió; recuerdo que empezó poquito a poquito; mirándome fijo y dándome besos muy suaves.

Tocó mis senos; jugando con mis pezones; deslizó su mano y metió dos de sus dedos en mi vagina y con su pulgar estimulando mi clitoris.
Empezó a penetrarme muy despacio; y vaya que sí dolió, pero era fascinante tenerlo entre mis piernas.
Recuerdo lo mucho que me hizo pujar; creo que entendí un poco las infidelidades; cuando se encuentran a alguien que los vuelve locos.

SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora