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Me voy acercando hacia aquella casa, las calles no están tan cambiadas pero parece han remodelado las banquetas, o es que quizás a pesar de que vengo aquí cuatro veces al año no me he dado cuenta.

Al llegar frente a la puerta me agacho y paso la carta por debajo, pero escucho algo, como si esta hubiera impactado contra algo.

Mi sonrisa se forma, al incorporarme y ponerme de pie tomo la manija y la giro, pero esta, como siempre, permanece bloqueada. La puerta sigue cerrada.

Entonces saco mi llave, por primera vez trato de abrir la puerta con ella, entre este cerrojo antiguo, el mismo que ha ido oxidándose.

He abierto la puerta, mi corazón no ha dejado de latir con fuerza, pareciera que se me saldrá del pecho.

Pero al entrar siento que algo topa contra mis zapatos, y al voltear hacia al suelo, veo muchísimas cartas tiradas...

Todas las que te envie.

Por instantes, todo es silencio.

Silencio.

Y nada más.

Mientras la tristeza que me ha acompañado durante decadas comienza a carcomerme, sigo observando aquellos sobres empolvados, con las estampillas un poco dobladas y la tinta seca de mi letra cursiva.

Sólo puedo escuchar un suspiro saliendo de mí.

Me agacho un poco, y tomo una de las cartas.

Y al irme encorporando nuevamente...abrazo una contra mi pecho.

—Disculpe, esta es propiedad privada —escucho una voz, la misma de alguien que va abriendo en totalidad la puerta que dejé semi abierta—. Oh, disculpe —se quita la gorra—. ¿Es usted el general Min Yoongi, verdad?

Asiento con la cabeza, pero las palabras no lograban brotar de mí, pero hacía un fuerte esfuerzo. —Así es. Soy yo.

Miró las cartas en el piso, después nuevamente puso su mirada sobre mí. —Lo he visto antes, cuando era pequeño solía decirle a mi mamá que quien era el hombre de las cartas que las metía bajo la puerta de su casa que nunca usaba. Son...son para Taehyung, ¿verdad?

—Así es —solté en un susurro, mismo por el nudo en mi garganta.

—Muchos conocemos su historia, es una hermosa historia de amor. Pero...usted, ¿de verdad cree que él va a volver?

Miré las cartas en el suelo, perdiéndome entre las memorias del pasado, Taehyung, su rostro, sus ojos, su sonrisa, su forma de pensar, su vida, su amor. —Estoy...estoy más seguro que nunca.





Fin.




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Gracias por leer. Al final Yoongi siguió regresando, pues nunca perdía la esperanza de encontrarlo, siempre regresando en esa misma fecha a aquella casa abandonada cada nueve de agosto en esa otra ciudad, y buscándolo por la plaza de Nagasaki, ciudad en la cual se quedó a vivir después del bombardeo, siempre buscándolo.

Sueños Divididos ~taegi/yoontae~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora