-¿A que hora vas a recoger a Oscar?
-Tranquila, acabo de dejarlo y ya quieres que vaya por él.
-Perdón. -sonreí nerviosa- es que no estoy acostumbrada a dejarlo ir.
-Deja que el pibe se divierta un rato, debe de olvidarse por un momento de los problemas que tiene en casa.
-Tienes razón -solté un suspiro.
-¿Qué haces boluda? -no tenía idea de que significaba boluda, pero quería pensar que me lo decía de cariño.
-La tarea. -dije sin despegar la vista de la libreta.
-y ¿ya vas a acabar?
-Casi..
-¿Qué te falta?
-Me pidieron dibujar unos ojos humanos, y normalmente mi modelo es Oscar, pero ahora que no esta, ¿Quieres ser mi modelo? -hice un puchero.
-Dale -se acomodo en el sillón y comencé a dibujar sus ojos, sus hermosos ojos azules.
Comencé dibujando el contorno y los detalles, pero cuando llego el momento de hacer las sombras decidí acercarme lo suficiente para ver mejor. Toque con las yemas de mis dedos los bordes de sus ojos y sus pestañas, nos miramos a los ojos al mismo tiempo y fue incomodo, la sala se quedo en completo silencio y fuimos acercando nuestros labios poco a poco, pero antes de que algo sucediera, el se paro del sillón.
-Ya es hora de ir por Oscar.
El camino fue bastante incomodo, ya cuando mi hermano subió al auto empezó a hablar con Valentin así que pude respirar con tranquilidad, pero cuando llegamos a la casa el ambiente se volvió a poner tenso y no sabía porque.
-Siéntense -Dijo Valentin con un tono serio.- no quería ser yo quien les dijera esto pero mi vieja me esta obligando a hacerlo.... no se ni como decírselos para no romperles el corazón, no quiero ser yo quien lo haga.
-Dilo -dije con un tono de desesperación, no sabía que era lo que iba a decir.
-Su vieja salio ya hace una semana del hospital, pero ella ya no va a volver, no se a donde se fue, simplemente lo hizo, tal vez quiere tener una vida para ella sola.. -se encogió de hombros.
Mire a Oscar y el no tenía ninguna expresión en su rostro, y yo me pare para irme a mi habitación, no quería que mi hermano me viera llorando, yo tenía que ser fuerte para él, pero Valentin me siguio hasta mi cuarto.
Yo estaba tirada, las lagrimas salían sin parar mientras soltaba ligeros sollozos, y Valentin estuvo ahí para mí, acariciaba mi espalda y me decía que todo iba a estar bien, me enderece y le di un abrazo, un abrazo que duro mucho, era lo menos que podía hacer para agradecerle todo lo que estaba haciendo por nosotros.
-Eres increíble Valen
-Vos también sos increíble -dijo sin soltarme
Realmente no tengo palabras -me senté en la cama y el me prestaba atención- yo, lo único que quiero es que esto se termine, no quiero que mi hermano sufra, yo.. siento que el es mi responsabilidad pero no puedo sola -me solté en llanto otra vez.
Valentin me recostó en la cama, me tapo y me dio un beso en la frente, ni siquiera sabia que significaba ese beso, pero lo hacia con mucho cariño.
- Aquí voy a estar -entrelazo su mano con la mía- no me voy a ir, no estas sola.
Su voz me tranquilizaba, todo lo susurraba en mi oído, incluso empezó a cantarme una canción de cuna lo cual me causo gracia, pero me quede dormida con su mano junto a la mía, el se había comportado como todo un caballero.
(...)
Ese día paso, fue un día difícil pero lo habíamos superado los 3, cada día Valentin me gustaba más, pero no quería pensar en eso, ya que el lo único que quería era ser amable, además, yo tenía novio, aunque había dejado de contestar sus llamadas y mensajes pero seguía siendo mi novio, y deje de contestarle no porque no lo quisiera, si no porque no quería que me viera de esa manera, estaba tan débil y frágil y odiaba que me mirara así.
Lo que me molestaba era que a penas acababa de pasar un mal día y ya había empezado otro, pues mis abuelos decidieron llevarse a Oscar, porque era pequeño y necesitaba un mejor cuidado, y tenían razón, pero yo amaba a mi hermano, era lo único que tenía y no quería quedarme sola, así que por supuesto que volví a llorar, despedirme de Oscar fue difícil, pero Valentin estuvo para mí, y me dijo que yo no estaría sola porque el iba a estar conmigo, que el era mi familia.
Las horas pasaron, me sentía triste, sola y enojada con la vida, me sentía terrible.
-Pasame la remera -dijo Valentin apuntando hacia una silla.
-no me digas eso -le di un almohadazo en la cara enojada
-¿Por qué me pegas? -me miro confundido.
-¿Por qué me dices ramera?, eso es un insulto, si quieres que te pase la silla no me digas así -fruncí el ceño.
-Escucha boluda -soltó un suspiro e intento aguantarse la risa- remera es una camisa, los mexicanos le dicen camisa, ¡yo jamas dije ramera!
-Ah -le pase la camisa y lo mire avergonzada.
-¿te parece si limpiamos la casa hoy? -se coloco la "remera"
-¿hoy?, pero si hoy es viernes -rodé los ojos, mis ojos hinchados de tanto llorar.
-¡sos una fiaca!
-¿Qué? -hice una mueca.
-Me refiero a que sos una perezosa
-¿Qué?
-¡HUEVONA WEY!
-aaah, ya entendí. -me reí de su cara de desesperación
-Pero tienes razón, es viernes, ¿Qué hacemos?
-Llévame al cine -me encogí de hombros.