Capítulo único

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Había tenido la oportunidad de disfrutar de esedepartamento con calefacción y jacuzzi, pero por su culpa, en lugar de eso, iba caminando porlas congeladas calles de Seúl a las 11 y media de la noche en un enerocongelado.

No solía preocuparme por estúpidos complejos sociales, no necesitaba de amistades bobas que piden a gritos atención, tengo un gran historial académico, un brillante futuro y padres amorosos. Tampoco necesitaba el amor perfecto y empalagoso de los cuentos, poseo una belleza singular y una inteligencia única, algo que, con el tiempo, me ayudó a entender que obtendría lo que quisiera en el momento que quisiera (o a quien quisiera). Desde pequeño pensé que no había nada mejor que una vida solitaria y autónoma. No creía llegar a necesitar y lo pensaba tan firmemente, que cuando Kyungsoo me demostró lo contrario mi mundo colapsó.

Verán, solía disfrutar la soltería de una manera muy particular, como dije, no me complicaba la vida siendo dependiente a una relación castrante ni una amistad aburrida porque me gustaba, amaba la libertad (o libertinaje) y sobre todo el hecho de no tener que rendir cuentas a nadie, era tan embriagante.
Encontraba una presa atractiva, la invitaba a salir y utilizando mis técnicas de seducción, infalibles, por cierto, lograba llevármelos a la cama y fingía que no existían después. Ese ciclo se repetía una y otra vez y la única verdad es que me fascinaba. Todos ellos eran trofeos, unos más lindos que otros, claro.
Lo mejor de este estilo de vida era no tener que velar por los sentimientos de alguien, ya que ni los míos ni los de mis tantos enamorados se involucraban, porque eso sí, no era un jodido monstruo sin humanidad, les dejaba muy en claro, que era qué en mi vida. Llegaba al punto decisivo, el jugoso momento en el que sádicamente les decía la misma frase que a todos los demás, "Sólo es sexo sin compromisos". Donde no solamente les explicaba las reglas del juego, sino también me libraba de la charla incómoda del día siguiente y sin pensarlo dos veces, todos caían redonditos.

Bueno... uno fue la excepción.

Lo conocí en esa extraña tienda de álbumes viejos para tocadiscos del centro. Entré a ese lugar retro llamado Dear Music pensando en comprar un obsequio para mi madre. Se acercaba su cumpleaños y ella había sido fanática de los stones desde que yo tenía pañales. Desgraciadamente había perdido toda su colección de discos de polietileno en el sismo del 88, y no los había podido recuperar hasta hace poco. Hace algunos meses, su adorado esposo, mi padre, compró un pasadiscos que consiguió en una venta de garage y en cuanto me dieron la noticia entendí que debía comprar discos para que Youngmi pudiese estrenar aquella maquina tan compleja.
Una tienda de olor extraño me abrió las puertas, haciendo que un ding se escuchaba tras poner un pie en ese lugar. No estaba tan concurrido, a pesar de que la gente ama las cosas vintage, no había ni cinco almas en el establecimiento. Caminaba lentamente por los pasillos, atravesando los estantes no mayores de un metro cincuenta y comencé a buscar en los discos de los 70's. Encontré el soundtrack de Grease y el single "How deep is your love?" De los Bee Gee's. Sintiéndome confundido por no encontrar lo que necesitaba, fui surcando entre los estantes, vi a The Beatles con la famosa carátula del Abbey Road y de la nada, a mi mente vino el recuerdo de mi madre escuchando "Her comes the sun" mientras viajábamos por la carretera hacia Nuevo México. No pude evitar que se me escapara una sonrisa y un sonido repentino me hizo dar un respingo.
Una persona en el fondo había dejado caer un disco, que torpe, pensé evitando la oportunidad de observar a una posible presa. Me movió unos 7 pies hacia la derecha y por fin pude encontrar lo que tanto buscaba: el Exile on main st. Sólo que olvidé el detalle más importante. Me quise aventar desde una ventana alta de un edificio en cuanto vi el precio.

ㅡ¿Y vuela o algo? ㅡpregunté en voz baja, examinando el disco que tenía frente a mí. Al diablo, pensé. No traía ni la mitad del dinero, pero lo dejaría en algún estante, me llevaría el disco y volvería otro día para pagar el resto.

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