Aguas profundas

¿Dónde pondrás tu fe?

San Mateo 21

A través de este capítulo el Señor habló de una manera sobrenatural a mi corazón. La fe, muchas veces he dicho, es la llave que abre las puertas que Dios predestinó de bendición para nosotros, porque sabemos que él tiene el control de todo y sabe lo que vamos a decir o hacer antes que eso pase por ende las puertas de su propósito están a la espera de ser abiertas. Sino se abren es porque no tenemos la llave adecuada.

Cuando Jesús hace secar la higuera les dice a los discípulos que si creían recibirían todo lo que pidieran en oración. No dijo que si oramos recibiremos, dice que si creemos lo que pidamos en oración lo recibiremos. La clave es creer y creer es tener fe y tener fe es esperar con certeza eso que hoy no vemos. (San mateo 21: 18-22)

Es algo notorio y fácil de entender, pero yo necesitaba más. El espíritu Santo dentro de mi no se conformaba con esa parte de la historia y me llevo versículos más arriba

Al comienzo del capítulo se muestra una profecía cumplida. "Digan a la hija de Sión: Mira tu rey viene hacia ti; humilde montado en un burro". Para que se cumpla eso, mandó a sus discípulos a traerle un burro de una aldea. Lo que me sorprende es que él no les dice «vuélvanse a traerme un burro» sino «vayan a traerme un burro». En cuanto a las conjugaciones de las palabras me muestra que Jesús se quedaba atrás y mandaba a dos personas a un lugar que estaba frente a él, más adelante. Él sabía que más adelante había un burro. En nuestra vida el Señor conoce nuestro futuro nunca nos va a mandar a hacer algo que él no sepa a donde nos lleva. A diferencia de nosotros no sabemos lo que nos depara el futuro. Yo creo que los discípulos se habrán ido preguntando si habría realmente un burro o quizás no. Lo importante es que le creyeron a él y fueron y le trajeron el burro para que se cumpla lo que se dijo. (San Mateo 21: 1-7)

Primeramente, tenemos que entender que cada promesa escrita es verdadera. Lo que está escrito está para cumplirse de principio a fin. Y para que esas promesas se cumplan tenemos que creer en lo que dicen, en lo que nos muestran. Literalmente creerle a Dios porque son sus palabras y él no es hijo de hombre para que mienta.

Segundo, muchas veces el Señor nos va a hablar y nos va a mandar a hacer algo que puede parecernos imposible, loco, ilógico, increíble, etc. Pero aun así recordemos que él sabe lo que hay frente a nosotros y sí nos pide algo solo nos queda recurrir a una sola cosa, la fe. Los discípulos no le discutieron y fueron y aunque puede que sus corazones se preguntaran si realmente pasaría no dudaron en accionar y volvieron con el burro y se pudo cumplir la profecía.

Ahora examinando mi corazón entiendo que lo que Dios me dice es que tenemos que creer en sus promesas y en su dirección, pero... Sí, siempre hay un "pero" ... Dios me sigue hablando.

Yo me pongo a pensar en mí y me pregunto si hoy el Señor me pidiera exactamente lo mismo ¿Qué haría? Fácil le creo, pero cuando llego al burro lo primero que voy a hacer es dudar, no en lo que Dios dijo sino en el hombre, dueño del burro. ¿Me lo dará? ¿Llamara a la policía? ¿Lo entenderá? ¿Pensará que estoy loca? Esas dudas harían que buscara al dueño y le explicara con mucho miedo todo. Quizás me dé el burro, pero instantáneamente queda al descubierto que yo no cumplí con lo que Dios me mandó. Es lo mismo que nada.

Entonces ahí me pregunto. ¿Cómo puedo hacer para no dudar? Seguí leyendo me dijo el Espíritu Santo.

Jesús cuándo entra al templo echa a todos los que vendían diciendo que habían convertido la casa de oración en cueva de ladrones. Nosotros somos el templo del Espíritu Santo y ahí muchas veces dejamos que entre gente a comerciar ilícitamente. Cambiar miedos, dudas por malas decisiones y mucho dolor. Dejamos de creer, nos caemos, hasta llegamos a alejarnos de Dios. La clave para no dudar es dejar que Jesús entre a nuestro templo y eche todo lo que no nos deja ver, ni oír con claridad. Que eche todo aquello que no le agrada, que nos aleja de él. Una vez que el Señor limpia el templo puede volver a llamarse casa de oración donde esté la perfecta alabanza.