Lujuria

148 16 1
                                    

Los gemidos de ambos era lo único que se escuchaba en la habitación, ambos hombres se desvivía en caricias repartidas al contrario, cada uno conociendo las zonas erógenas y los puntos sensibles del contrario y aprovechandose de ellas para proveer satisfacción a su acompañante.

Yuuri, demostraba su esbelto y formado cuerpo cubierto de mordidas y chupetones, mientras Viktor, se deleitaba con la apariencia de su flamante y bello esposo.

Tener ese cuerpo, ahí, bajo suyo, jadeante y sudoroso, mientras su pecho subía y bajaba de forma tortuosa, era demasiado para su salud mental, y claro, para su autocontrol.

Tomo al excitado nipón de la estrecha cintura que este poseía y en un rápido movimiento lo volteó, dejando a su merced, la rojiza y necesitada entrada que tanto amaba profanar.

Un dedo. Yuuri Respingo ante la intromisión del primer dígito en su interior, a medida él dedo de Viktor se desplazaba en su abusada entrada, él se iba relajando y él placer junto a la necesidad aumentaban con rapidez.

Mientras Viktor preparaba a su pareja con una mano apretaba él pezon izquierdo del menor y con su boca, succionaba y mordía su espalda, dejando un rastro de marcas que con él tiempo tomarían colores rojos o morados y provocando que él menor, dejara salir ruidos obscenos, los cuales cuando tiene la mente lucida considera vergonzosos.

Segundo dígito y esta vez Yuuri no respingo, al contrario, se movió al ritmo de los dedos del peli plateado para poder sentir las embestidas mas profundas.

-¡Oohhhhh! Vi-Viktor....Justo...Ahí....Umhh - Viktor había encontrado la próstata de Yuuri, rozando sus dedos en ese lugar para disfrutar de como él menor se retrocia entre sus brazos necesitado y moribundo por él placer que se le era otorgado.

-Te...Necesito ya- Gimió Yuuri, él ya se sentía preparado para sentir a su esposo. Ya no soportaba, necesitan tenerlo dentro y disfrutar de las embestidas del mayor.

-Esta bien, tesoro. Solo espera un momento- En la mesita de noche que están junto a la cama, busco en los cajones de esta él lubricante, dejando caer él liquido en su prominente y gran erección.

Tomo su pene entre sus manos, masturbándose rápidamente para cubrir toda la longitud con él liquido y así evitar que a su amado esposo sufriera a la hora de introducirse en él.

Yuuri esperaba ansioso, necesitaba, y quería sentir a su marido penetrandolo sin reparo alguno.

Él palatinado empezó a entrar en él menor de manera lenta, primero introduciendo él glande con cuidado y a medida que le japones se relajaba se adentraba centímetro a centímetro hasta que estuvo dentro del menor.

Yuuri se sentía lleno y completo, satisfecho por tener él gran y grueso pene ruso en su interior, complementándolo como si este estuviera hecho a su medida y solamente para él. Al ver que él ruso no empezaba con las embestidas, Yuuri decidió moverse para dar aviso al mayor que ya se sentía listo y que así comenzará a profanarlo con fuerza.

Viktor entendió y tomo las caderas del menor, enterrando sus dedos y la blanca, suave y nacarina piel, sujetando a Yuuri como si este tuviera intención de escapar.

Así, empezó él vaivén, embistiendo con fuerza y rapidez al menor, mientras éste, se desvivía en gemidos.

-¡Ohhhhh! ¡Viktor! ¡Po-Por Dios! Se siente tan bieeeeen....¡Mmhn! -Gemia y gritaba él menor, con Viktor penetrandolo bestialmente, mientras jugaba con sus erectos y maltratados pezones, mientras lamía, mordía y succionaba la piel de su espalda, realmente se sentía desfallecer.

Él placer, la lujuria y la excitación combinados en su cuerpo, provocaban estragos en su anatomía, nublando su mente y juicio haciendo que no pudiera argumentar nada y que de su boca solo salieran gemidos y gritos gracias al placer.

Viktor no estaba en mejor estado, jadeaba constantemente mientras aumentaba la dureza de las penetraciones volviéndolas casi bestiales.

Ver su pene salir y entrar del menor, era una de las vistas que mas amaba en la vida, disfrutar él cuerpo de su esposo, era lo que mas le encantaba, brindarle placer y hacer que este estuviera su merced era realmente increible u alucinante.

Ambos se sentía felices y plenos, amándose sin frenos, entregando su cuerpo a quien mas amaban en él mundo y entregandose sin dudas.

Dos almas uniéndose, no por primera vez ni segunda, porque ellos ya se habían unido en él altar, en él momento que sellaron una promesa con un beso sincero, jurándose amor eterno.

Y hasta él día de hoy, esa promesa seguía en pie, con dos años de casados, ya era normal los encuentros carnales entre ellos y las muestras desvergonzadas que siempre terminaban en sesiones pasionales.

Por esa razón, Viktor sabia perfectamente cúando su marido estaba pronto a terminar, como justo ahora, sentía él cuerpo ajeno vibrar bajo suyo demostrando que el ansiado orgasmo no tardaria en llegar. Y eso era cierto, Yuuri sentía algo acumulandose en su vientre, lo cual, era señal de que estaba por acabar.

-¡Ahhh! ¡Viktor- Soltó un grito y junto a este, su orgasmo lo acompañaba, liberando su semen en la sabana blanca, la cual tendría que lavar después.

Cuando su pareja se corrió, apretó su entrada provocando mas rose en su duro pene, él cual después de unas cuantas embestidas mas, se libero en la maltratada y abusada entrada del menor.

Ahora, satisfechos, ambos se dejaron caer en la intimidad de su cama, en un abrazo cálido él cual demostraba lo mucho que se amaban.

Se miraron a los ojos, y en ambas miradas había amor puro y desinteresado. Al final, sucumbieron al cansancio, y se rindieron ante morfeo, soñando con él amor de su vida.

One-shot's ViktuuristasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora