III

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De repente la puerta se abrió y las chicas la empujaron hacia fuera, una de esas perversas le arrancó la toalla dejándola en ropa interior en el pasillo. Cuando la chica malvada me vio abrió bien grandes los ojos, sorprendida cerró la puerta. Esto no había sido obra de una sola chica, ¡Habían sido todas! Ella parecía un perrito mojado abandonado a la intemperie, mientras trataba de cubrirse con sus delgados brazos. Estaba toda empapada, su piel estaba erizada y temblaba del frió. Aventé el cigarro lejos. Enojado me quité la chaqueta y se la puse para que se cubriera.

—¿Quién te hizo esto? —Dije con ferocidad.


—Se defenderme sola —. Se repuso queriendo conservar un poco de dignidad.

—¡Así lo veo! —Gruñí escaneándola de arriba abajo, semidesnuda y cubriéndose con mi
chaqueta. Se veía verdaderamente bien en aquella íntima ropa interior color negro. Su piel era suave, y no había ninguna mancha en todo su cuerpo. En otras circunstancias me habría encantado verla así, pero en esta ocasión me sentía extrañamente furioso como para pensar en algo más—Ven aquí —. La tomé del brazo y la jalé. Utilicé más fuerza de la debida en tocar la puerta, las chicas intimidadas ante mi enojo entreabrieron la puerta. Yo la pateé con fuerza, afortunadamente no golpeó a ninguna. Estaba enojado con esas bestias, pero jamás me perdonaría a mí mismo lastimarlas físicamente, claro está. Pero mis principios no me impedían intimidarlas un poco. Jalé conmigo dentro del vestidor a Eunhye.

—¡Quiero que dejen de molestarla! —Dije furioso. Eunhye se acomodó atrás de mí, como animal asustado—A partir de este momento si me entero de que alguna de ustedes le ha causado algún daño —La jalé hacia delante— ¡Se las verá conmigo! —Amenacé.

—¿Y qué puedes hacernos tú? —Preguntó Jiwon al fondo del vestidor— ¿Que no nos hayas hecho ya? —Dijo retándome.

—Preocúpate de lo que puedo hablar, Jiwon —la amenacé—Si hasta ahora he sido un caballero, es porque las consideraba unas damas que merecían todo mi respeto —nótese la ironía—Ahora me doy cuenta que no son más que bestias —. Les dije con una nota de burla y decepción—Que lastima —dije un poco más bajo—Tú —me dirigí a Eunhye—Vístete, ya se nos hizo tarde—las chicas abrieron un camino para ella. Tomó su ropa y la sujetó con contrariedad ante ellas—¿Y ahora qué pasa? —. Solté fastidiado.

—¿Podrías salir? —preguntó apenas audible.

—¿Y dejarte sola con los jinetes del apocalipsis? ¡No sueñes! —Aseguré—Además estas criaturas ya me dejaron verte —Dije con una sonrisa y le guiñe un ojo—, eso debo de agradecérselos señoritas —. Les hice una reverencia.

Ellas pusieron cara de fastidio. Jiwon se levantó enojada y se fue azotando la puerta. Eunhye se quitó mi chaqueta y me la entregó. Se puso la blusita blanca del uniforme y se metió la falda tableada. Se colocó la corbata con despreocupación y prosiguió con las medias y los zapatos negros.

—Lista —. Dijo cuándo se acercó una vez más a mí.

—Casi —. Dije y acomodé su corbata correctamente. Ella me frunció el ceño, pero las demás chicas no notaron su incomodidad ante mis gestos y se molestaron más. La envidia debía estarlas carcomiendo. Decidí molestarlas un poco más y besé su mejilla tardándome un poco más de lo que realmente ameritaba la acción—Vamos.



—No tenías porque —dijo.

—Me gusta tu lunar —. Dije después de un rato de caminar en silencio

my sweet obsession ;PCYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora