First kiss; Aristemo

❝dos❞

Ari comenzó a poner la venda en los ojos de Temo y no pudo evitar fijarse en lo cerca que tenía los labios de su novio. Sólo tenía que acercarse un poco más. Su respiración comenzó a acelerarse y se le dificultó amarrar la venda gracias al temblor de sus dedos.

Se acercó un poco más intentando controlar su respiración, tal vez era la oportunidad perfecta para probar los labios de su amado por primera vez, aún así Temo sintió como el amarre en la venda se hacía más fuerte, Ari no se daba cuenta de que no había dejado de apretarla.

Estaban a milimetros y Temo podía sentir la respiración de Aristóteles sobre sus labios, pero un quejido de dolor lo traicionó. Fue ahí donde Ari se dió cuenta de que lo estaba lastimado sin querer, así que soltó la venda como acto reflejo.

Cuando esta cayó por completo, contempló a Temo sonrojado, con los ojos cerrados y con una pequeña mueca de dolor.

— Lo siento — dijo acariciando la parte de su cabeza que suponía debía estar adolorida

— No te...

— No fué a propósito, te juro que no quería, yo no estab...

— Ari

—No quería lastimarte

— Déjame habl...

— ¿Te duele mucho? Perdón perdón... Enser...

No pudo seguir hablando.

Sus ojos se abrieron a más no poder cuando sus labios se vieron atrapados entre los de Temo, definitivamente no lo esperaba, Temo movía sus labios lentamente, esperando ser correspondido, iba a separarse hasta que sintió como las manos de Ari subían a su nuca.

Aunque Temo tenía el control al principio ahora se lo había cedido a Aristóteles, quien llevaba un ritmo lento, intentando no equivocarse, prefirieron mantener sus lenguas fuera del juego por ahora, ninguno de los dos se sentía listo.

Sus ojos estaban cerrados, era su momento mágico, descubriendo el mundo en los labios de alguien, las mariposas no paraban de revolotear en sus estómagos y a su alrededor.

La falta de aire se hizo presente y los obligó a separar sus labios, sin embargo sus cabezas seguían pegadas la una con la otra. Aristóteles suspiró y abrió los ojos, sus mejillas ardían y sus ojos eran brillantes, cuando miró a Temo se encontró con que estaba completamente igual.

Así que sonrió, sonrió porque había sido maravilloso. Temo le devolvió la sonrisa enseguida y acarició el  mentón de su novio con su pulgar.
Aristóteles dejó un beso en su mejilla antes de abrazarlo.

Se dijeron "Te amo" al unísono. Aristóteles se levantó y tomó la mano de Temo para hacer que se levantara también.

Sus sonrisas eran gigantes, estaban felices, comenzaron a juguetear entre ellos, en espera de que su mundo se mantuviera así de cálido siempre.