Boys Night! ||Larry Stylinson||

~I~

Three-shot

Narra:
✨Louis Tomlinson✨

Dos años. Dos largos años en los que había sido recluido y despreciado por sus mayores. Dos años en los cuales tuvo que soportar, día tras día, las burlas y comentarios de su mejor amigo Niall Horan por ser el único pasante en Industrias Styles que, pese a haber servido y demostrado su inteligencia y capacidad como un joven responsable para su edad, no era bienvenido en las noches de chicos.

¿Y qué eran las noches de chicos?

Aunque en realidad, la pregunta, para responderse más fácilmente, debía formularse como...

¿Qué no era una noche de chicos?

Porque en una noche de chicos, sucedía todo lo que podía suceder. Pasaba todo lo que podía pasar y se disfrutaba todo lo que se podía disfrutar. Era descripta por los que concurrían a ella como los mejores momentos que un hombre podía vivir, como un Edén en la aburrida y desastrosa tierra, como el fruto prohibido que alegraba y saciaba a cada humano que lo comiese.

Miles de rumores ocupaban las redes cada vez que se anunciaban las fechas de estas celebraciones. Personas, desesperadas por asistir y vivir en carne propia lo que era sentirse en el paraíso, eran capaces de pagar grandes sumas de dinero y de vender sus objetos más preciados con tal de pasar cinco minutos al lugar del festejo.

Nadie sabía en concreto lo que sucedía allí. Los trabajadores que se ocupaban de la organización y de la atención a los invitados debían firmar documentos de confidencialidad, y sus participantes estaban obligados a callarse si deseaban volver.

Y como nadie había hablado aún, al parecer, todos querían volver.

Solo se hacían especulaciones acerca de las cosas que se desencadenaban en las noches de chicos. Habían teorías. Y también muchas historias, aunque todas eran, obviamente, falsas.

La noche de los permitidos. La noche olvidada que jamás se olvida. La noche del silencio.

Eran algunos de los muchos apodos que tenía este curioso evento que lograba despertar el interés de más de la mitad del globo terráqueo.

Pero aún así, nunca se sabía más de lo que los organizadores dejaban saber.

Y se dejaba saber solamente quiénes eran los invitados, el lugar en donde se llevaría a cabo la celebración (aspecto que se anunciaba de forma pública una hora antes de que iniciase la famosa noche, para así evitar infiltraciones) y la duración de dicha fiesta.

Después de eso, nada más.

Algunos decían que, para estas ocasiones, el gobierno permitía romper ciertas leyes que no dejaban el goce completo de una noche libre de preocupaciones. Pero eran sólo rumores. Rumores que se sumaban a la gran bolsa que había de ellos. Rumores que no significarían nada hasta ser confirmados por el Rey.

El ingreso a la "noche utópica" no era cuestión de dinero, o de posición social.  No influía el físico, ni la orientación sexual, ni el lugar de nacimiento. Solo hacían falta dos requisitos para poder adentrarse entre los afortunados y estos eran una invitación, y sin falta, ser hombre.