Padre, he pecado.
Si bien mis manos no han ejercido acción, ni mis acciones han reflejado traición a mi palabra hacia ti,
Mi mente ha fallado.
Si, mis pensamientos han ido en rebeldía de mi voluntad.
Te juro que no estoy de acuerdo con lo que pasa por mi mente.Las imagenes de mi conciencia me atormetan.
Aquella muchacha. Aquella bendita e iluminada muchacha. Que viene cada tarde de los miércoles, y cada mañana de los sábados y domingos.
Con sus vestidos ceñidos en el torso y holgados en sus piernas. Aquellas piernas que no debo mirar, pero que mi mente se empeña en intentar hacerme una idea de como se verían sin nada puesto...
Me siento angustiado, padre.
Si esto no se detiene, ¿Qué se supone que haga?
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¡Hola! Aquí una nueva historia. Espero sea de tu agrado. Pronto comenzará, y esto es sólo un preludio.
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Evadiendo al pecado
RomanceTobias, un joven recién egresado del seminario llega a un pequeño pueblo a ejercer su labor de sacerdote. Su vocación hacia el servicio del señor y de los necesitados siempre ha sido firme como un roble, pero algo lo hace flaquear su fortaleza, y es...