🄳🅈🄾🄽🄸🅂🅄🅂

Una pequeña yacía siendo seguida por siete chicos de aspecto destacable,esta misma reía animadamente trataba de esquivar a cada uno de ellos y al acelerar su paso logró desaparecer su campo visual lo cual aquello le causaba la victoria pero no fue hasta que su pequeña espalda chocó contra algo o mejor dicho alguien.

- Que escurridiza eres - una voz familiar resonaba en sus labios a lo que la menor con los ojos abiertos como platos levantó la mirada encontrándose con la imagen de aquel bello y calmó rostro.

- Eso...eso no es justo Gabriel - formuló un puchero y se giro cruzándose de brazos.

- ¿Ahora qué he hecho? -

- Hace unos minutos estabas con los chicos y ahora estás aquí, dijimos que no podíamos usar nuestras alas, es trampa -

El joven de cabellera rubia levanto las manos fingiendo inocenciapara luego reír - Yo no he usado mis alas -

- Están extendidas y eres muy obvio - su nariz fue arrugandose poco a poco mientras miraba al mayor y esté se puso de cuclillas quedando a su altura y revolvió su cabello delicadamente con una sonrisa.

- Eres una pequeña niña muy inteligente - esta sonríe tímidamente mientras sus mejillas pasaban a un fuerte carmín ante el halago por parte de su superior a lo cual un par de minutos bastaron para que tomará su mano y llegara a reincorporarse para si dar una última y cálida sonrisa - volvamos con los demás pequeña - y así dicho ambas figuras desaparecieron a lo largo de los pasillos.

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Sus dedos se deslizaban por aquellas sedosas alas que cada vez se degradaban lentamente en un valle de oscuridad lo cual causaba un fuerte dolor en su pecho al recordar aquellas bellas y dulces personas ue cuidaron de ella tiempo atrás, aquello no era posible y es era una idea de que no podría superar y forzaba a idealizar, la idea de que ellos no eran perseguidos por el enemigo de Dios.

- Ellos van tras de...- su mirada nuevamente regreso a su padre o señor para especificar más el cual en sus ojos mostraba un brillo de preocupación.

- Efectivamente, no hace falta tanto para su llegada y el que sus alas cayeran en tal estado es porque no será para algo bueno hija mía - aquella joven de pálida piel bajo su mirada mostrando evidente dolor ante aquellas palabras que desde antes de darlas a conocer, lo sabía - en mis manos no quedan sus destinos querida, sabes que el ciclo se repetira hasta el momento en que "Él" esté complacido, pero tu si....- los ojos de la menor se abrieron de golpe para mirar nuevamente a su señor padre - no creas que dejaré que esto quedé en brazos ajenos, se que me han traicionado pero aún sin embargo son hijos míos a los que siempre amaré, deberás pasar desapercibida por sus ojos, tienes que cuidarlos sin que sepan la verdad hasta ser el momento indicado - están aún en su pequeño estado de shock asiente y pasa a retirar su mano de aquellas alas no sin antes darles una pequeña caricia.

- Entonces...-

- Irás a la tierra -