Para EmMa, escribir era una pasión hace años, escribir era un modo de escapar, una forma de expresar su dolor interno de niña madura y de madura niña.
Escribir era un arte preciado que para ella pocos lograban dominarlo, no como si ella lo hiciera, pero por eso lo practicaba, quería ser como aquellos que en un día tenían un libro de mil ochocientas páginas con agradecimientos, significados de palabras y créditos que pocos van a leer.
Era como un deseo incontrolable y perjuicioso, algo que buscaba desde las entrañas por el día y lo soñaba a la noche mientras el estómago se le retorcía y ella quería volar.
Pero las cosas cambian, y escribir de un segundo a otro se volvió un pasatiempo antiguo. Se volvió un desastre aquella noche antes de víspera de navidad en la que agarró todos sus antiguos escritos y los machuco y rompió y jaló como si no fueran la gran cosa, cuando sentía que esos escritos tendría que romperlos para proteger algo, no sabía que ni porque, pero lo hizo y lloro tres noches seguidas fingiendo alegría al abrir los regalos.
Escribir se volvió entretenimiento de mero aburrimiento, desde que se quemó su casa que los libros que adoraba estaban llenos de hollín y humedad en lo profundo de su gran casona en la cual vivía.
Al igual que escribir le resulto raro vivir.
Vivir se había convertido en una necesidad antropomórfica para sobrevivir, donde sus instintos antepasados encarnados en su cuerpo le piden el esfuerzo de seguir con vida, de respirar, de que su corazón lata. El mayor instinto que tiene es el de ganar, el de no perder, nunca rendirse.
Porque A veces nos tomamos muy enserio el impulso de ser o que los demás sean seres PERFECTOS.
A ella ya no le agrada la idea de seguir a las voces de su cabeza, ya no quiere hacer lo que dicen, lo que le piden, aconsejan, mandan, ordenan.
Por eso se tapa los oídos a pesar de que ellas le hablan desde su mente, canta "No oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado" olvidándose de que ellas le cierran la boca con solo decir su nombre. Ella intenta prestar atención a una mosca que se posa en un pedazo de pan y frota sus finas patas como si tramara poner gérmenes en la comida que pronto comerá un ser humano y cuando el germen actúe empezará a tener tos y le dolerá todo mientras las voces siguen hablando de lo que hablan. Todo sea para que las malditas voces se callen.
Y de lo de escribir ya lo saben, es un deseo imposiblemente imposible.
Y por eso escribir se vuelve una farsa, cada vez mas personas están obligadas a escribir lo primero que les venga a la cabeza y no del corazón, ella sigue escribiendo por aburrimiento, y yo narro y escribo por lo mismo que ella, solo que para diversión de ustedes.