Una vez, no me acuerdo cuándo, EmMa había escrito un poema raro, nunca se había perdido una luna roja, y en la primera le dio por escribir.
Y es raro porque ni ella sabe interpretarlo.
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La Luna era blanca y la palidez mortífera de su rostro a veces era rara.
Una vez vio alguna luz por el horizonte, y mientras más se acercaba más se sorprendía.
La Luna al ver su imposible, agarró un pedazo de roca metálica y empezó a cortar su superficie rocosa y a formar cráteres hondos por cada estocada que daba con la daga.
La Luna rara vez se cruza con el Sol y al no verlo más, se camufla en sufrimiento y se hiere con aquella misma roca que el sol calienta de día y ella afila de noche.
Ahora la luna esta ensangrentadamente roja, y yo la veo por la ventana, es hermosa.
Pena por ella que no lo nota.
Pobre luna blanquecina.
Pobre luna parisina, luna china, luna inglesa, luna argentina, luna lunar.
Y simplemente pobre linda luna.
Ojala tus cortes cicatricen y no te cortes más.
No vale la pena por el Sol luchar.¿No les dije? Ni ella se entiende, de seguro lo escribió el mismo día en que su sufrimiento fue mayor y quiso pasar la hoja de metal cortante por sus muñecas blancas y falsas.
Pobre EmMa, pobre Luna ensangrentada.