-Adam ¡baja!... ¡que bajes te he dicho!
-Ya voy.- Dice con voz baja.
-¡Adam!
De un susto se levanta Adam, sudando, a eso de la media noche entre la tormenta que hay allí afuera. Es un chico joven de unos veinte años, pero desde pequeño tiene problemas mentales, la mayoría de veces sufre de ataques epilépticos por la presión. Vive con su hermana, pues no ha conseguido poder sostenerse, además hace poco terminó sus estudios y no tiene lugar a donde ir.
-¡¿Que pasó?!-Llegó su hermana preguntando asustada.
-N... nada... nada... estoy bien.-Dice Adam tartamudeando y con la frente aún húmeda.
Ella siempre se preocupa por él, de hecho es quien vela por la vida de los dos. Su nombre es Elizhabet, es tres años mayor que Adam. Ella, como Adam tuvo una dura infancia, su madre desapareció un día y los dejó solos, tuvieron que ir con sus tíos.
-¿Fue mamá de nuevo?- Preguntó Elizabeth.
-Sí, es ella, de nuevo.- Respondió Adam con la respiración muy agitada.
-Ven, ya pasó, todo está bien.- Dijo Elizabeth abrazando a Adam para tranquilizarlo.- Duerme ¿si?
-Eh... sí... sí.- Dijo Adam volviendo a taparse con las cobijas.
Elizhabet se fue a dormir. Adam quedó despierto toda la noche. No pudo dormir. Pasó la noche y Elizhabet se fue a dar una ducha, tenía que ir a trabajar.
-Adam me voy, tu desayuno le dejé en el horno. Caliéntalo ¿listo?- Dijo Elizabeth.
-Eh... sí, yo lo caliento.- Dijo Adam.
-Bueno me tengo que ir. Si quieres mira la televisión.- Dijo Elizabeth dando un beso en la frente de Adam y partiendo.
Elizabeth trabaja en una pequeña empresa de enlatados, es empacadora, no gana mucho pero puede sostenerse a ella y a Adam.
Adam la mayor parte del tiempo se la pasa en la casa, a veces ayuda con los oficios de la misma, otras veces solo ve la televisión. Aunque no haga mucho, las veces que sale es para recoger a su hermana o a ir a algún parque.
Adam no tiene muchos amigos, en la escuela dos de sus amigos desaparecieron sin dejar rastro, el pobre Adam quedó solo, ni él sabía por qué habían desaparecido.
El día pasaba y Adam, después de haber ayudado con los oficios, se recostó en el sillón a ver televisión. De tanto relajarse se quedó dormido. Entre sus sueños siempre pasaban cosas raras.
Todo se tornó oscuro, Adam escasamente podía ver sus manos. De pronto, aparecieron sus amigos, los recordaba bien pero la cara no se las reconocía, era imposible. Adam se acercaba, lentamente, pero ellos se alejaban, corría lo más rápido posible pero estaban más lejos, el camino se hacia estrecho casa vez más. El camino se había acabado, lo único que había era una pequeña caja roja, Adam se acercó, el ambiente se tornaba intenso, los latidos de Adam eran más fuertes y rápidos, la única luz que había se torno roja. Se escuchaban sonidos de fondo ''¡Adam!¡Adam!''. De golpe se despertó Adam, sudando, temblando y casi sin poder respirar.
-¡Adam!¡Adam! ¿Estás bien?- Gritaba Elizabeth golpeando fuertemente la puerta.- ¡Adam!- Decía Elizabeth tratando de abrir la puerta.
-Señora ¿necesita ayuda?- Dijo un hombre corriendo para socorrerla.
-Sí, rápido mi hermano está ahí y no abre.- Dijo Elizabeth casi llorando.
Adam estaba sufriendo un ataque, no podía respirar, su piel se tornaba morada, sus ojos se volvían blancos. De pronto la puerta se abrió de golpe, Elizabeth entró corriendo para ayudar a Adam, temblando y con prisa sacó unas pastillas de su bolso dándoselas a Adam.
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La Entrevista
Mystery / ThrillerAdam, un chico de veinte años, con problemas mentales, busca un trabajo que le pueda ayudar a mantenerse a él y a su hermana pero en las entrevistas que le hacen, siempre llega una parte donde se queda estancado, ve una caja roja pero cuando la va...