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Días después;

Los sonidos de las maquinas en aquella habitación comenzaba a ser algo desesperantes para el de rizos.

—Hola, Temo. Te traje de nuevo rosas, porque estas —mencionó señalando el anterior ramo, que se encontraba marchito. —ya no sirven. Así que espero que te gusten de nuevo.

Tomó asiento junto a la cama del castaño, con una mueca de tristeza. Se agachó a la altura de la cara del contrario y beso sus labios -un beso simple, de piquito- mientras acariciaba su mano.

—Feliz cumpleaños, Temo. —susurró con melancolía el mayor. —Felices 18.

Pancho entró a la habitación silenciosamente, y observó al rizado.

—Mijo, Diegochas Popochas y Guido ya vienen para acá. ¿Seguro que no te quieres quedar? —preguntó, mirando al rizado.

—No sé Pancho, mi mamá necesita de mi apoyo y-

—Yo hablé con tu mamá, Polita mi amiguis accedió a que te quedaras mas tiempo. —interrumpió el mayor, regalándole una sonrisa.

El rizado suspiró y asintió. —Todo sea por Temo. —miró al castaño.













Aristóteles, Diego, Guido, la tropa Unidos, Pancho, Susana, Axel y parte de los córcega (Linda, Dani, Blanca, Julieta, Robert, Neto y sus hijos) se encontraban en la habitación cantándole las mañanitas al castaño a pesar de que este estuviera dormido.

—Feliz cumpleaños a ti. —finalizó el rizado, besando la frente de su amado. Todos aplaudieron levemente, no querían hacer mucho ruido e incomodar a los demás en el hospital.

Minutos después, se encontraban platicando cosas entre ellos. La tropa unidos platicaba con Temo, diciéndole sobre sus misiones que hacían a diario.

—...y pues, ayudamos a ese niño.— finalizó Lupita, la historia de como ayudaron a un niño a juntar dinero para su familia.

—Ese día fue muy bonito. —mencionó Sebastián.

El doctor entró a la habitación, llamando la atención de todos los presentes.

—Es hora de dejarlo descansar. —todos asintieron y miraron al castaño. Se despedían con las miradas. Hasta que Lupita gritó.

—¡Temo movió la mano! —emocionada señalaba el pequeño y corto movimiento.

—Es normal pequeña —explicó el doctor. —A veces lo hace y a veces no. —les regaló una sonrisa nostálgica. Lupita asintió y suspiro triste.

Pero volvió a emocionarse cuando notó lo mas inesperado y llamó la atención de todos, ocasionando que se acercaran rápidamente.

—¡Abrió los ojos! —el doctor inspeccionó al castaño, quien miraba todo un tanto confundido y somnoliento. El rizado lloraba de felicidad. Pero sus esperanzas cayeron de nuevo al suelo, al ver que el castaño cerraba los ojos otra vez.

—Cuauhtémoc. —murmuró el doctor, examinando al mencionado antes de suspirar, y volverse a la familia.

—¿P-por qué hizo eso? —preguntó el rizado.

—Fue una reacción involuntaria, el sigue en coma, posiblemente la presencia de todos hizo que quisiera ver que ocurría. Haré unos exámenes para ver si todo sigue en orden. Con permiso. —todos se retiraron, a excepción de Aristóteles y Diego.

—Yo se que no tardará en despertar, el es fuerte cono un león. —mencionó Diego intentando animar al rizado.

—Yo sólo quiero que despierte pronto.

¡Hola, Temo! #2 ➳AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora