PRÓLOGO

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Aquel día me topé de lleno con su semblante duro y frío, entendí que después de cuatro años juntos, cuatro años que para mí habían sido los mejores, cuatro años en los que creí que todo era felicidad, en los que juntos habíamos criado a una hermosa pequeña, la indiferencia, el dolor, la ausencia se habían hecho presente en nuestras vidas.

Camine hasta él que me esperaba de pie frente a la chimenea, sentí gran dolor y miedo al pensar que pudiera tratarse de aquello que había comenzado a temer meses atrás.

-. Debemos hablar... -dijo ocultando lágrimas detrás de una careta que proclamaba gelidez.

-. Preciono la tela de mi vestido y bajo la mirada llena de suspicacia, se lo que esas palabras significan y no quiero escucharlas. -creo... Creo que prefiero no hacerlo.

-. Aunque no lo quieras así debe ser...

-. ¿En serio es necesario? -digo mirando sus ojos buscando una señal de que aquello no sea el final de todo, comprendiendo que el amor en algún momento se acaba, se desgasta, que la rutina llega a dañar las promesas hechas, que el martirio de un final se hace presente tarde o temprano.

-. Así es... Es realmente necesario, jamás hablé tan en serio...

Buscaba en sus ojos una chispa de esperanza, una leve muestra de que él aun tuviera la fe que se requiere para seguir adelante, pero... Su intimidante gelidez no me dejaba leer su mirada, aún así cada día que había pasado a lado de este hombre me había dado la madurez y la esperanza necesaria para saber que él no era quien hablaba a través de sus palabras, se que necesita de mi, sus ojos me exigen a gritos permanecer a su lado hasta el final.

El amor es... ¿para siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora