Gota, gota, gota.
La sensación de las gotas de lluvia sobre mi rostro me agrada mucho, había olvidado lo que se sentía. Estoy relajado, mi mente está bloqueada, solo puedo pensar en cómo las gotas de lluvia refresca mi rostro, dibujo una sonrisa si es que lo estoy haciendo. Mi sentido del oído se desbloquea suavemente y esta vez oigo como las gotas también caen a mi al rededor sobre la tierra, sobre las hojas de los árboles. Esto me relaja. Siento ahora el aire sobre mi rostro haciendo armonía junto con las gotas de lluvia. Tengo frío. Las gotas ya no se oyen relajantes, se oyen como torrentes de agua que lastiman mi rostro, el aire me congela . Oigo como las gotas caen con rabia sobre las hojas de los árboles, oigo una voz haciéndose cada vez más fuerte. Mi cabeza duele.
— ¡Isaza!
Mi nombre.
— ¡Vamos perro, contesta!
Ya no me sentía en Paz. La lluvia sobre mi cara me estaba congelando y el viento lo apoyaba. Los árboles parecían estar perdiendo sus hojas por la fuerte lluvia. Abrí mis ojos y me quedé mirando fijamente el cielo. Nubes grises.
— ¡Diablos Isaza, estás bien amigo!
Entre cerraba los ojos por las gotas que caían sobre ellos y los irritaban. Sentí un sacudido en mi cuerpo.
— ¡Mírame!
Pude mover mi cabeza unos grados hacia abajo. Simón. Sonreí al verlo.
— Simón
Pude decir normalmente su nombre.
— Isa
No dudo en levantar mi cuerpo y darme un gran abrazo ahí juntos tirados en la tierra. Al cruzar mi cabeza sus hombros dirigí mi mirada hacia arriba y ahí estaban Villamil y alejo con una cara de preocupación pero al mismo tiempo de felicidad.
Sonreí.
Simón acaricia mi cabello, está llorando. Sentí que mis fuerzas se iban y sin avisar mi cabeza cayó sobre los hombros de Simón.
— No puede ser — gritó Simón — mi manga está llena de sangre.
— ¿Que? ¿Te cortaste el brazo? — Gritó Villamil
— No, no es mi sangre. Es de Isaza. Mierda, ¿llamaron a la maldita ambulancia?
— Ya viene en camino — dijo Villa preocupado
— Perro ¿como te sientes?
No podía contestar
— La sangre sale de su cabeza por Dios, por tanto cabello no puedo ver que tan grave es. — dijo entre sollozos Simón.
— Recuestalo otra vez para apoyar bien su cabeza.
— No, no lo voy a hacer. De la emoción lo levante rápido y sin pensar, no quiero hacerle más daño. No lo voy a soltar.
Quería decir que estoy bien pero en realidad no me sentía bien, no quería que se preocuparan por mi pero no podía ni mover los labios solo los oía a todos preocuparse por mi y más a Simón que está llorando.
— No te voy a soltar amigo, aquí estoy, aquí estoy. Todo va a estar bien.
Estoy bien Simón, solo me duele la cabeza.
— Maldita sea ¿a qué hora llegará la maldita ambulancia?
Nadie contestó.
— Es increíble que ningún auto haya pasado en este lapso de tiempo
Pasado ya unos minutos Simón no pensaba soltarme, oía los pasó de alejo y Villa desesperados. Un pequeño sonido comenzó a oírse a lo lejos.
— ¿Oyen eso?
Parecía un camión pesado
— Iré a pararlo
Villamil comenzó a correr hacia la orilla de la carretera.
— Estarás bien amigo. La ayuda está aquí.
2
...
— alejo, ¿podrías ayudarme?Oía las pisadas.
— ¿
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A M N E S I A
Ficção Adolescente¿Como puedo quitar este sentimiento que me quema? ¿Como puedo decirte adiós?