6ª Parte

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Se hizo el silencio en la habitación. Acababa de asegurarle a Agoney que no permitiría que le pasara nada malo y el ambiente se enrarecía por momentos. La duda y la confusión se arremolinaban en los ojos pardos, frunciendo ligeramente su ceño, mientras que la vergüenza lo hacía en los ojos miel, desatándole una, antinatural, risa nerviosa.

- ¿Cómo te sientes? - Preguntó con voz queda, tratando de destensar la situación.

- Me duele mucho la cabeza y tengo el cuerpo dolorido. - Respondió sincero. - Y me molesta esta cosa. - Le mostró la vía recién puesta en su mano derecha, por cuyo cable corría en ese momento un hilo de sangre.

- Pero deja de mover el brazo Agoney. - Se acercó corriendo a intentar parar su movimiento, una pequeña corriente eléctrica, a la que decidió no prestar atención, atravesó sus dedos en cuanto atrapó su mano. - Voy a pedir que te pongan algo de suero para limpiar el desastre y después un calmante.

- No, los calmantes me hacen mal. Me duermen. - Respondió quejicoso. - Además, tú no eres mi médico. Ni siquiera sé qué narices haces aquí.

- Que te duerman no es malo, es lo que se busca precisamente. - El chico se conformó con su explicación, pero no retiró su expresión apenada. Descorrió la cortina que cerraba el box para pedir a la enfermera que pasaba todo lo que necesitaba y regresó con el suero directo a inyectárselo en la vía. - Y no soy tu médico, pero podría. Si estoy aquí es porque...

- ¿Por qué? - Se cortó antes de caer en intentar explicarle que él había sido el primero en ayudarle después del accidente. Para Agoney, él era lo peor y no quería que pensara que le debía algo. Su desconfianza sería mejor recibida que su falsa amabilidad o un agradecimiento forzoso.

- Por nada. - Tosió para aclararse la garganta. - Es mi trabajo y Ricky no está para cuidarte así que, estoy yo. Si quieres cambio de zona, no me importa.

- ¿Estás trabajando ahora? - Realmente se preguntaba si eso que se entreveía en sus ojos era decepción o simple curiosidad.

- Sí. - Mintió. - ¿Recuerdas detalles del accidente? - El chico asintió en silencio, si lo recordaba todo podrían hablar de ello cuando se sintiera mejor. - Vale, ¿Ya te arreglaste con Ricardo?

- Hace tiempo, sí. - Bajó la mirada. Comprobó que ya tenía la vía limpia y llamó a la enfermera para avisarle de que podía ponerle el sedante.

- Que mierda, me voy a dormir. - Dijo Agoney cuando les volvieron a dejar solos. Parecía como que algo le preocupaba, pues esquivaba su mirada; tal vez para evitar que leyera algo en sus oscuros, pero transparentes, ojos. - No quiero despertarme aquí solo, no me gustan los hospitales.

- No vas a estar solo, estoy yo. - Trató de tranquilizarle, el chico le miró de reojo.

- He estado en un sitio así con mi madre, Raoul. - Confesó. - Sé perfectamente que te quedan aquí diez minutos.

- Pero yo soy médico ¿recuerdas? - Susurró dándole la mano. - Duérmete anda, cuando te despiertes estaré aquí.

- ¿Seguirás usando tu propia ropa? - Ambos rieron, intentando no hacer demasiado ruido, pues había pacientes en los boxes contiguos.

- Lo intentaré. - Bromeó. - No hablemos de eso anda, ya tendremos tiempo.

- Bueno... - Su voz empezaba a sonar adormilada. - Pero si me vas a morrear o algo te esperas a que me despierte para que pueda darte una patada en la boca, que nos conocemos.

- No te voy a hacer nada. - Sus parpados cada vez tardaban más en separarse al pestañear. - Para algunos, nuestro lugar de trabajo es sagrado.

- Pff. - Contuvo la risa ante su golpe bajo. - Pues qué pena, seguro que tiene su punto esto...

ESCAPAR [siempre fue tu plan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora