Miradas cruzadas

Como todo inició

Primer día, las únicas dos palabras que rondaban en mi cabeza desde hace tiempo.

- Vamos Hailee, has hecho esto muchas veces antes - era lo único que me podía decir a mi misma.

Sí, he hecho esto antes pero esta vez no es igual. Esta vez puedo ser quien yo decida ser. No debo ser quien mi madre me obliga a ser, tampoco me verán como la niña que tuvo todo fácil por tener un padre famoso, ni la hermanita menor de la fácil de la escuela. Esta vez solo soy yo y cientos de personas nuevas, puedo empezar de cero. El único problema es que aún no sé quién soy.

Pero aún así, aquí estoy, enfrente de esta escuela completamente nueva pero estaba decidida a no cometer los mismos errores del pasado.

La escuela no es muy grande como otras en las que he estado y por supuesto no hago que mis padres paguen miles de dólares por mi educación como hacían antes; pero hasta ahora me gusta mucho esta escuela, es una pequeña escuela en una ciudad que parece más un pueblo pero que aun así los pobladores la llaman orgullosamente ciudad.

No necesito que alguien me guíe, fue lo que le dije a mi padre y al director cuando insistían en llamar a algún estudiante esta mañana. Puedo buscar mi nombre en una lista sin problema alguno. Y ahí estoy, sala 5-B segundo piso. Como digo, es una escuela pequeña por lo que es difícil perderse.

Entro a la sala sin tocar, por experiencia sé que los profesores no abrirán la puerta solo dirán pase, mejor solo entro y tal vez, solo tal vez no me obligarán a presentarme. 

- Señorita está llegando tarde, sabe lo que debe de hacer si llega tarde - me dice la mujer que será mi profesora por el resto del año. Se le ve un poco joven, como en sus 30 pero no más de 36. Se nota que no lleva mucho tiempo en esta escuela pues se rige a las reglas tal y como son, y no lo digo por la forma en que me saludó sino por su organizador de documentos y su escritorio, en fin, sé que hay algo más en ella, algo un poco más profundo en ella, como si estuviera contenida en esa vida de maestra que le permite lograr muy poco.

Lo siento, mmm no, no debo responderle eso, no tengo de que disculparme.

- Sí, lo sé, soy nueva y estaba buscando el salón.

- Lo siento, ¿cuál es tu nombre?

- Hailee, con dos "e"s

-Pues bienvenida Hailee, chicos ya saben cuál es la costumbre para recibir a alguien nuevo. Ven Hailee, ponte en el centro para que te presentes - me río por dentro, no creo que suelan recibir muchos alumnos nuevos considerando la cantidad de habitantes del pueblo; pero en fin creo que solo intenta hacerse la interesante.

Ya me he presentado tantas veces a una nueva clase que esto resulta un tanto tedioso para mí. La primera vez que me tocó hacer algo así estaba muy emocionada, intenté abrirme para que me conozcan pero apenas acabé de hablar me di cuenta que nadie me había escuchado porque en verdad a nadie la importa la nueva. Pero tan solo era una niña ingenua de casi 8 años.

No sabía muy bien qué decir. Mi clase tenía 25 alumnos, conmigo 26. Era un salón pequeño y a las justas entraban todas las carpetas. Había una bandera muy grande al fondo del aula y en general estaba muy mal decorada, solo digo que todo en las paredes era un desastre y creo que para ellos es normal pero en el internado jamás nos habrían permitido tener un aula tan descuidada como esta. Pero lo que más resaltaba no era esto, sino ese olor sofocante de una combinación de excesivo perfume de mujer, sudor matutino y por alguna extraña razón a un sandwich de atún y huevo. ¿Qué acaso no pueden comer en sus casas o simplemente en el patio antes de entrar? ¿Cuál es la necesidad de apestar un lugar de uso común?

-Dime Hailee - empezó a interrogarme la profesora - ¿Qué te trajo a esta escuela?

- Verá, termine la mitad del curso en una escuela en Nueva York y de ahí me fui a Los Ángeles por las vacaciones de verano pero por un momento se planeó que viva allá. Digamos que empecé el semestre allá pero una cosa llevó a la otra y terminé mudándome aquí, a Connecticut.