Ahora sí, tengo todo. Ya está... No necesito nada más. Mira que preciosidad, dios mío... Tan brillante como las joyas, mi colección está completa, sí, sí, mi colección de canicas.
No he visto ninguna otra como esta; tan llamativa, tan hermosa, tan, tan dócil...
Ay, ay, ¡cuidado estúpido! Casi se me cae de las manos, sí, sí, la nueva canica, debe ser por su superficie húmeda y viscosa. Que susto...
No quiero perderla, no es como las otras, su precio es enorme, se necesita sangre fría, sentimientos duros y tétricos, ja ja ja, sí, sí, estoy hablando de la canica... La nueva canica, ¡Esta preciosidad!
Hey, hey, no te muevas... ¡Dije que no te muevas! Como que ¿Por qué?, nos está observando. Quien más, hombre... La canica, la canica que esta sobre el escritorio, ahí donde la deje.
Es hermosa, sí que lo es... Pero me asusta... Siento que intenta reprocharme algo, me mira de una forma penetrante y como juzgándome... No es como las otras canicas, no... No lo es... Esa canica es especial, muy especial... Tiene alma...
¿Que fue ese ruido? ¿Quién está ahí?
Escuche algo... Estoy seguro, muy seguro.
¿Tú has visto algo?
¡De nuevo lo escuche! ¿Hay alguien ahí?
Ah, que susto de muerte... Solo era mi perro tuerto... No ve muy bien desde que perdió un ojo.
