1450. Maguncia
El terror, entre jadeos y la falta de aire. La respiración agitada de su padre, un sentimiento nuevo, algo que hasta ese día, había sido oculto de él. Sus latidos desenfrenados y el pecho oprimido, y él no puede, no está acostumbrado a ese sentimiento de pánico, no soporta ver los ojos atemorizados de su padre. El agarre firme y tosco en su muñeca era casi doloroso, en un intento desesperado por apresurar sus pasos. La lluvia cayendo sobre ellos como si la misma naturaleza los estuviera echando del lugar que por años pudo llamar hogar. Los charcos de agua en el suelo entrando por sus zapatos, haciendo que la sensación de frío sea aún más molesta. Pero no se detienen.
Su padre lo jala cada vez más, y él intenta mantener sus pasos. Le es muy difícil. Mira al hombre a su lado, sujetando un pequeño niño que lo mira con ojos curiosos y abiertos. Tan azules como los lagos del bosque detrás de la iglesia del pueblo, como si el invierno se hubiera posado en ellos, el azul dominando al verde alrededor del oscuro vacío en medio de joyas oscuras, un verde tan escaso, sin embargo, él sabe que está ahí y esta tan asustado y solo no sabe qué hacer, porque él también lo está. Envuelto en una manta sucia y maltratada, siendo sostenido fuerte y protector en el pecho de su padre.
- ¡Aiden, date prisa! ¡rápido! Tenemos que huir ¡ahora!
Escucha la voz del hombre como un eco casi a lo lejos, porque está tan perdido y asustado y no entiende mucho de lo que sucede pero sabe están en peligro. Cargada de miedo y desesperación. Corriendo por los caminos de tierra a las afueras del pueblo. Ensuciando sus ropas y sintiéndose tan mal, pero siguen, siguen y no paran de correr.
Él pude ver una criatura de pelaje negro que los sigue, corre a la par junto con ellos. Aquella que vio desde su nacimiento, aquella que ha estado ahí desde que tiene uso de razón. Ese pelaje tan oscuro y elegante siendo manchado por el barro en sus patas, deslizándose fuerte e impotente, tan grande. Sus orejas están alertas a cualquier sonido que los persigue y gruñe constantemente.
Por un momento, sus ojos conectan con los de la criatura majestuosa. El azul dominando al gris, con la misma oscuridad en medio de ellos, aun así, siendo familiares para él, habiéndolos visto en la mujer que le dio la vida, y la que corre ahora mismo junto a él.
Y entonces, siente un dolor punzante en su pierna, siente su piel desgarrarse y los ojos del animal agrandarse, sus pupilas dilatarse. Y cae al suelo, chillando y retorciéndose. Una flecha atravesando su carne y el líquido viscoso y rojizo saliendo de ella.
- ¡AIDEN! – grita su padre. Soltando al niño en sus brazos dejándolo en el suelo a un lado del impotente lobo de pelajes negros. Se agacha rápidamente para intentar ayudar a su hijo.
El animal, se posiciona protectoramente en frente del niño más pequeño. Gruñendo hacia lo que los perseguía, defendiendo a su familia de la causa de su miedo.
-ME DUELE ¡PAPÁ! ME DUELE – Grita, cuando en un intento desesperado, el hombre intenta sacar la flecha incrustada en su pierna. No lo logra.
La criatura deja de estar en guardia y se acerca al niño. Gime en chillidos pequeños, como si el dolor del niño fuera propio. Y lame la sangre alrededor de la herida. Él llora, llora porque sabe que va a morir, llora porque si su familia sigue ahí, los mataran por su culpa. Pero solo tiene diez años y esta tan malditamente asustado.
El hombre intenta pensar lo más rápido que puede, cuando otra flecha cae a sus pies. Viene en dirección de la misma que hirió a Aiden.
-Mamá... - la voz del más pequeño se escucha. Un agarre tembloroso en la pierna del lobo negro en frente de él. Escondiéndose entre el pelaje de este. Buscando protección en la majestuosa criatura.
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KHANJARS
FantasyHarry Styles. Hijo del duque de la mansión Mayfair, obligado a comprometerse para recuperar la herencia de su difunto padre, escapa el día de su fiesta de compromiso dejando perplejos a toda la ciudad de Londres. Casi un mes después de lo sucedido...