El placer mortal de sentirse aliviado cuando su cabeza se posa sobre un pecho frágil apenas fuerte para las burlas, apenas ligero para soportar el peso de un alma enamorada. De eso se debe hablar.
Son ropas de lino y terciopelo en las alfombras.
Matices de colores que se vuelven humo cuando el amor se asoma a través de besos y caricias.
Ellos son el uno aletargado, creen en un romance metafísico
Son lunares en un cielo escampado.
Como un corazón que revive agitado y arrítmico.
Ciegos a mitades como la luna misma, en el vals de un amor casi cuántico.
Nunca sabrán las almas de insípidas palabras, porque el sabor se disfruta más cuando las mentes se apagan al unísono, no dicen nada, porque nada hace falta. Es efímero pensar que ese sentimiento tenga un valor agregado sobre la avaricia de cada interprete, no lo tiene, no es más que un rose de gloria, y no es más que un simple destello.
Esos, que en pleno eclipse dan fruto a sus más degradantes formas de expresar lo que su imaginación pagana ha detenido en el tiempo, por miedo a las críticas, son ellos los que bailan a través del crisantemo orgásmico, los que burlan cada frase de positivismo. Son ellos lo que todos buscamos, ser uno con el otro, ser el otro con el todo, ser el todo con la nada.
A las piernas pocas palabras le faltan para temblar por esa sensación degradante llamada gusto, y son esas mismas las capaces de arroyar una noche entera.
Hablo de eso, lo que te causa el mojar cada prenda tuya, de aquello que brota como acido sobre la lengua de un intrépido cosmonauta. Si aún dudas de tu manía por las noches en vela, piensa unos cuantos segundos, porque en ese mismo instante cualquiera puede estar gritando el típico ¡Ya no! ¡Ya no! Cuando es todo lo contrario.
Apaga las luces, muerde la almohada, ensucia tus lengua e imagina estar en un campo libre cual animal salvaje. Si aún dudas de estas palabras, que pobre e ingenua es tu conciencia, eso te lo digo.
Compra el vestido, los pantalones, las medias y las corbatas, al llegar a tu destino arrójalas por entre las ventanas, folla, besa, odia, golpea, acaricia, lame, grita, patalea, tiembla, siente, besa y ama. Pero hazlo de verdad.
De sexo cualquiera sabe, cualquiera siente y cualquiera se pregunta.
De amor, nadie es capaz de comprender nada.
Solo falta una mirada, una sonrisa y una simple caricia, después de eso, cada personaje de cada obra puede pensar lo que quiera.