PRÓLOGO

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En un cuarto de hospital, una mujer de no más de 25 años de edad, esperaba con ansias que le entregaran a su bebé y poder irse del hospital. Había llegado a las puertas de urgencia con restos de lágrimas en el rostro, un vestido sucio con rastros de sangre en el y con la bebé en brazos llena de sangre y con el cordón umbilical aún conectandolas a ambas, cubriendo a la pequeña con apenas unos trapos viejos. Sin perder tiempo los médicos la atendieron con premura.

Pasaban los minutos, hasta que una joven de uniforme azul verdoso entró a la habitación con dicha criatura. Se la entregó a la mujer y salió del lugar. Poco después ingresó el médico que la atendió.

— ¿Cómo está señorita?

— Bien... —contestó desinteresada, toda su atención estaba en la pequeña bebé que estaba en sus brazos durmiendo.

— Miré, esto es algo difícil de comunicar, pero seré directo. La niña no puede quedarse con usted.

Y por primera vez, la mujer se enfocó en él.

— ¿Por qué no podría quedarme con ella?

— Señorita, la niña es una Pet tiene la marca y es contra las normas conservar a uno cuando nace. Eso lo debe de saber.

— Pero es mía, no se las voy a entregar. Yo soy su madre y yo cuidaré de ella.

— Sabe que eso no será posible. Tiene que entregarla o sino se la quitarán a la fuerza o la matarán.

— No pueden apartarla de mí, yo tengo el derecho de quedarme con ella. Es mía.

— Por favor entienda que...

La mujer se levantó de la camilla con la bebé en brazos -vestida tan  la blanca bata de hospital- con la intención de escapar del lugar.

Empujó al médico que intentaba impedirle el paso y logró salir. Rápido, enfermeros y demás trataban de detenerla.

No logró escapar, le arrebataron a la niña de los brazos y se dieron cuenta de la marca que llevaba la mujer en el cuello, ella también era una Pet.

Tan rápido como parpadear, se llevaron a la bebé al centro donde son llevados todos aquellos niños que nacen con la marca que escribe su centencia.

Los guardias del hospital sacaron a la mujer, pero ¿qué hacer con ella? Ciertamente, ella no tenía una mínima importancia en este mundo putrefacto. Así que ¿qué más daba un poco de diversión con ella?

Y tal cual, corrompieron el cuerpo de la joven como todos en su vida para después solo deshacerse de ella como un objeto sin valor.

Los Pets, no tienen derecho de crecer en el seno de una familia, tampoco el formar una. Si un Pet tenía hijos y su dueño lo aceptaba, al nacer la criatura no se le permitía al Pet acercarse a éste. Ni presentarse como su progenitor. Eran criados por cuidadoras que se encargaban de alimentarlos, cuidarlos y todo lo que implique la responsabilidad de un bebé. Pero si dicho bebé, nacía con la marca de Pet, éste era entregado a obligaciones a un centro de crianza para dichos niños. En donde eran educados para ser buenos, obedecer siempre órdenes y cómo complacer a sus dueños. Los Pets, solo sirven para complacer a sus dueños, sin importar qué, siempre deben obedecer.

Su destino está sellado al nacer y no hay nada que puedan hacer al respecto.






《❦ΚΞΙR❍Γ❦》

「The One Rosse」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora