Capitulo 13

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. — ¡¿POR QUÉ MIERDA HAY TANTO POLVO?! — gritó totalmente hastiado el joven Bakugo al estornudar por décimo quinta vez en apenas la primera hora que llevaba dentro del maldito ático, ¿Hace cuánto que no limpiaban el jodido lugar?

Había manchas de humedad en techo y paredes, artículos viejos amontonados entre sí o esparcidos por todos lados que impedían desplazarse libremente, cajas apiladas por doquier de formas que desafiaban a la física, además de desoladas telarañas y hebras de mugriento polvo en las esquinas, en fin, todo el maldito cuarto era un completo desastre.

Uno que al parecer le tomaría más tiempo en limpiar de lo que pensaba.

Y dando otro estornudo acompañado de una nueva maldición, optó por iniciar con lo más práctico, que era recoger todos los escombros desparramados en el suelo, así podría moverse más fácilmente por el lugar y trabajar más cómodamente.

Así que tomando la gran bolsa negra que había llevado consigo, comenzó a llenarla de todo lo que a sus ojos era basura. Sus padres le habían dado la libertad de deshacerse de todo lo que creyese conveniente, por lo que no se iba a contener en ello.

Cuando termino por recoger los escombros, inicio a destapar cada una de las cajas que estaban alrededor, encontrando más cosas inútiles en su interior.

Revistas viejas, juegos de mesa, libros de temas varios, discos de música de los 70's y 80's, ropas y accesorios olvidados, adornos para las festividades de temporada, y muchos otros cachivaches más.

¿Por qué sus padres se habían molestado siquiera en guardar todas esas porquerías?

En fin, muchas de esas cosas ya estaban rotas, pero otras parecían estar en buen estado, y aun cuando no sabía con exactitud qué cosa eran, o para que servían, si podía comprobar que aún eran funcionales, entonces podrían venderse.

. — Bien. — menciono soltando un suspiro cansado al ver el notorio cambio en el aspecto del lugar, pues ahora podía vislumbrarse mejor el piso de madera bajo sus pies, incluso ahora, la luz del ocaso al fin podía colarse por la ventana que horas atrás se veía oculta por el montón de cacharros que la cubrían.

Pero aun no podía relajarse del todo, pues todavía le quedaban cosas por revisar, por lo que regresando su atención a las cajas frente a él se dispuso a continuar, después de todo, mientras más rápido terminara, más rápido podría irse a descansar.

Sin mucho cuidado, tomó la primera caja y colocándola más cerca suyo la abrió/rompió- de un solo movimiento. — Esto es.... — dijo cambiando rápidamente su expresión a una de asombro ante lo que vislumbro dentro.

Eran los juguetes de su infancia.

Figuras de acción, pequeños cochecitos, cubos de madera apilables, pistolas de agua, los dibujos que realizaba, incluso la ropa que usaba en aquel entonces, todo estaba ahí.

Uno por uno, comenzó a sacar los objetos de la caja, donde cada pieza lo llevaba por breves momentos de regreso a aquel pasado en el que su vida yacía en la granja, a la edad de cuatro años.

Por mucho que intentara olvidarlo, lo recordaba claramente.

En aquel entonces, se le veía siempre jugando por toda la granja, incluyendo el granero; no había momento en que no estuviera afuera en los campos, ensuciándose, haciendo alguna travesura o correteando a los animales que ahí habitaban, no porque quisiera molestarlos, sino todo lo contrario, el perseguirlos de un lado a otro, era su forma de jugar con ellos.

Pues para Katsuki, que era hijo único y que se le dificultaba demasiado socializar con otros niños, los animales de la granja, eran lo más cercano que tenía a unos amigos.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2019 ⏰

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