Todo pasa por algo

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Despertó en el hospital, la falta de aire lo hizo, el vendaje que envolvía su rostro no lo dejaba respirar bien, no recordaba bien la razón de porqué estaba ahí.

—¿Mamá, papá?— no recibió respuesta, se levantó de la camilla pero olvidó que tenía puesto el suero y el pinchazo de la aguja lo alertó, estaba usando una bata celeste, toda su parte trasera estaba descubierta, volteó para ver si era así y por pena(vergüenza) continuó explorando la habitación con una mano tras suyo para cubrir sus vergüenzas.

Al fondo de la habitación había un espejo de cuerpo completo, en el Sally podía reflejarse del todo, al ver toda su cara cubierta a excepción de su ojo izquierdo recordó lo ocurrido y entró en desesperación comenzó a llamar a gritos a su madre no pasaron ni dos minutos y llegó una enfermera.

—¡Señor Fisher! no puede estar fuera de la camilla, aún no está recuperado— Dijo la enfermera

—¿Dónde está mi mamá?— Preguntó el niño con la voz quebrada en llanto, la enfermera conmovida lo abrazó.

—Lo siento mucho pequeño...— El muchachito entendió entonces lo que había pasado y se aferró de la bata de la señorita.

Mientras tanto en otro sector del hospital estaba Henry haciendo reconocimiento del cuerpo de Diane, todo ese tiempo estuvo sin hablar, mudo, no pudo dormir nada, si un segundo, seguía sin poder creer todo lo que estaba pasando, su hijo se encontraba grave en el hospital y su esposa se había ido ¿Qué podría hacer? No pudo evitar llorar, cubrió su rostro con ambas manos ya que no le gustaba mostrarse destruido.

2 meses después...

La recuperación de Sally fue más rápida de lo que pronosticaron los doctores y fue por eso que lo dieron de alta mucho antes que los demás chicos con sus mismas condiciones.

El doctor le dio la mano al pequeño con mucho entusiasmo

—Felicidades pequeño, realmente nos haz sorprendido a todos aquí, eres un muchacho sorprendente, oh cómo dicen ustedes los jóvenes, un "súper hombre"— luego se dirigió al padre de Sal

—Su hijo podrá irse a casa, ya está en condiciones para hacerlo— Henry esbozó una leve sonrisa de alivio que apenas podía distinguirse por sus notorias ojeras por casi no haber dormido, estuvo todos los días junto a su hijo, no se separó de él. Sally tampoco pudo dormir placenteramente, no dejaba de tener pesadillas una y otra vez de lo mismo, recuerdos de lo pasado representado con imágenes distorsionadas de la mente perturbada del pobre chico.

El doctor interrumpió el silencio incómodo

—Sin embargo la piel sigue en regeneración, así que les pediré que se tomen en serio esto— el doctor se volteó para sacar de entre sus cosas una prótesis de rostro, una máscara de yeso completamente blanca, se la entregó cuidadosamente al pequeño quién la sostenía confundido

—Es una prótesis facial, tienes que llevarla hasta que tu periodo de sanación termine— Henry atento a lo que el doctor decía preguntó

—¿Y cuánto duraría ese periodo doctor?

—Cada paciente tiene diferentes tiempos de sanación, unos mejoran más rápidos que otros y algunos terminan sintiéndose más cómodos con la prótesis que sin ellas, así que dependerá de su hijo cuando quiera quitársela—

Al escuchar esto Sally pasó una de sus manos por las vendas que envolvían su rostro, el doctor sonrió satisfecho.

—Ah si, casi lo olvido— volteó nuevamente para buscar una caja del porte de la palma de su mano, la cual contenía un ojo de vidrio similar al color de los ojos del muchacho

Sally Face Donde viven las historias. Descúbrelo ahora