CAPÍTULO 2

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LION

Nunca había visto a mi amigo tan preocupado por algo. Sentados en el sofá de su apartamento, cada uno con un mando de la Xbox en la mano y con miedo a expresar en voz alta cómo nos sentíamos, estábamos sumidos en un silencio solo interrumpido por el ruido de los coches de la carretera virtual que teníamos frente a los ojos.

La relación de Nick y Noah seguía siendo un misterio para mí. Nicholas siempre había sido un hombre de muchas mujeres. Cuando yo me enamoré de Jenna y él expresó en voz alta la suerte que tenía, supe que para él la opción de tener una sola relación estaba descartada. Por eso, haber sido testigo de cómo mi mejor amigo se enamoraba por primera vez había sido algo digno de presenciar, aunque si mi relación con Jenna tenía altibajos, la de ellos dos era una bomba de relojería con fecha de detonación.

Por lo que yo había podido ver, el carácter de ambos era demasiado explosivo como para terminar de cuajar. Aun podía recordar aquella tarde en la que conocí a Nicholas, vestido con unas zapatillas Nike que yo había deseado tener desde que era un crío, unos pantalones Levi's y una camiseta de marca. A pesar de eso, enseguida vi que era el tío más infeliz que había conocido nunca. Su mirada estaba vacía, y su semblante era demasiado serio para alguien que acababa de cumplir los dieciocho años.

Al principio me costó entenderlo. Nick tenía todo aquello que yo nunca llegué ni siquiera a soñar. Pero estaba solo, siempre lo había estado, y su desesperación por sentirse querido lo hizo abandonar todo aquello que lo rodeaba y acercarse a un grupo de chavales que, si bien no compartían la misma procedencia, también tenían una carga pesada con la que lidiar.

Nicholas nunca fue un chico al que le gustase hablar de sí mismo, en eso nos parecíamos muchísimo, pero bastaban ciertos comentarios o miradas para comprender lo que a mi amigo le faltó toda la vida: amor. Cuando Noah entró en la vida de todos, temí por ella. Compartir vida con Nicholas Leister no era fácil, si no que me lo dijesen a mí, la única persona que supo ponerlo en vereda cuando mi mundo casi lo engulle para escupirlo segundos después. Fui testigo de cómo se fue formando ese cariño que luego se convirtió en amor y ahora lamentablemente en obsesión.

El miedo a perderla era tan palpable que a veces no entendía cómo Noah podía soportar esa carga. Querer a Nicholas significaba querer a todos sus demonios, inseguridades y sombras. No le abría su corazón a cualquiera, pero cuando lo hacía ya no te dejaba marchar.

En una sola ocasión se derrumbó estando conmigo y me habló de su madre. El dolor desgarrador que lo acompañó toda su infancia se había convertido en un odio que muchas veces dominaba su mente y su corazón. Si bien nunca volvimos a hablar de aquella noche, la imagen de Nick, borracho y llorando desconsolado, seguía grabada en mi retina. El alcohol le hizo irse de la lengua, pero la herida que aún tenía en su interior seguía sangrando por esa madre que lo abandonó.

Lo que no podía hacer Nick era pretender que Noah sanara ese hueco; esa niña ya había sufrido más que todos nosotros juntos. O buscaban un equilibrio para apoyarse el uno en el otro o terminarían consumiéndose en busca de aquello que necesitaban con desesperación.

La carrera virtual que estábamos llevando a cabo llegó a su fin cuando Nick me adelantó en una curva y cruzó la línea de meta. Solté una palabrota y dejé el mando sobre la mesa.

—¿Quieres una cerveza? —le pregunté incorporándome y metiéndome en su cocina.

Nicholas asintió mientras sacaba un cigarro del bolsillo y se quedaba mirándolo de forma pensativa.

—¿Vas a fumártelo o vas a declararle amor eterno? —dije colocando su lata en la mesa y abriendo la mía mientras volvía a sentarme en el sofá.

JENNA&LION - Capítulos Extra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora