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Se dió media vuelta aún sabiendo que era inútil, porque no lograría estar cómoda en ese sitio.
Prestó más atención a su alrededor, viendo las luces que entraban a penas por la cortina media abierta, perteneciente a la gran ventana que se encontraba a un costado de Elena.
Ahora las luces parecían más radiantes que la tercera vez que se había volteado al mismo lado. Si, las había contado.
Le parecían asombrosos los amaneceres.
Cómo todo se iba, dejando sólo las nubes y el sol, cómo poco a poco el cielo perdía su oscuro color y comenzaba a obtener un vivo color azul.
Cómo cada una de las incontables estrellas dejaban de ser visibles...Y lentamente el sol iba tomando el lugar de la luna en el cielo.
Ella, secretamente y en lo profundo de su ser, deseaba que sus días fueran como amaneceres.
Que todas las cosas malas se fueran, dejando sólo cosas buenas, brillantes y hermosas.
Que todo lo oscuro y doloroso quedara atrás para siempre, abriendo camino a la luz... Pero claro, no estaba en un cuento de hadas.
Ahora mismo, en lo que menos se encontraba era en uno. Estaba ahí, en esa incómoda y fría camilla, en un solitario cuarto de hospital, lamentándose a las 5:00 AM, con sus ojos levemente hinchados por haber llorado toda la noche sin lograr dormir.
—¡Buenos días! ¿Amaneció mejor señorita? ¿Cómo se siente? —La enfermera entró con el desayuno preparado y una falsa sonrisa.
—Eso creo... —Elena se sentó en la dura camilla e intento no hacer ningún gesto de dolor.
—Espero que se recupere pronto. Le dejo su desayuno, por favor coma. —La enfermera salió del cuarto dejando a Elena sentada con una bandeja sobre ella.
No tengo hambre... Dejó la bandeja en el pequeño velador junto a ella y se quedó en la misma posición, mirando hacia la ventana. Ya eran las 6:00 AM, había pasado noches sin poder dormir, o si lo hacía, el dolor le impedía dormir completamente bien.
Quisiera salir... El mar es realmente hermoso...
Adoraba mirar hacía fuera, ya que se encontraba una tranquila playa, poca gente iba.
Les asustaba la idea de que el hospital estuviera en frente. Claro, muchos decían que abundantes personas habían muerto por el sector, entonces con mayor razón no se acercaban.
Volvió a recostarse mirando el techo, se sentía tan...Vacía. Había pasado días en ese cuarto, con la única libertad de poder tomarse un baño, comer y utilizar su celular. Lo que no le resultaba llamativo, se estaba muriendo ¿Y querían que estuviera feliz de la vida publicando cosas en Twitter?
No había necesidad de usarlo de todos modos, no tenía amigos, no quería ver nada y escuchar música le estaba pareciendo agobiante.
Aún así, las enfermeras intentaban animarla, pero Elena sabía que realmente no les importaba. Sólo estaban haciendo su trabajo, traer comida y llevarle una que otra revista de modas. Sin contar que se notaba demasiado su falsedad al momento de dirigirse a ella.
