Única parte

745 69 10
                                    

Blas miró a su amigo sin comprenderlo aún, intentó no hacer una mueca cuando vio a Dante doblar la sexta o séptima tarjetita de la tarde.
Estaban en el living de la casa de los Guerrico, cortando corazones y escribiendo en diferentes colores de cartulinas prendas -que en opinión de Blas- eran demasiado tontas y predecibles.
-¿Vos te das cuenta que esto es una estupidez? -murmuró de nuevo, el corazón de papel que tenía en la mano le había salido chueco, y le dolían los dedos de tanto usar las tijeras.
-Sos un amargado, Blas -Dante lo fulminó con la mirada, tenía una mejilla llena de glitter rosa, y las manos manchadas con tinta de lapicera. -Ya te dije que vos no tenés que jugar, solo ayúdame ahora y no te jodo más -le pidió por décima vez en el día.
-El 14 de febrero es lo más comercial que existe -fue lo último que dijo.
Dante no le respondió, y Blas solo pudo poner los ojos en blanco antes de continuar con la tarea de cortar corazones. No le gustaban ese tipo de fechas, la gente se dividía en diferentes niveles donde los solteros compartían frases en Facebook, sintiéndose superados e intentando ocultar que en realidad les molestaba no tener pareja (quizás no todos, pero Blas podía creer que si a la mayoría) nadie pública y grita con tanto fervor su situación sentimental, y eso lo llevaba al otro nivel, el de los enamorados, solo parecían acordarse de sus parejas ese día, subiendo cuanta frase y foto encontraban, luciendo algo que estaba lejos de la realidad.
Suspiró, él no era así, alguien odioso y mala onda, solo que últimamente todos a su alrededor parecían encontrar lo que querían -mejor dicho a quien querian- menos Blas, y su frustración no hacía más que aumentar según pasaban los días. Justo en esos momentos estaba al borde.
Entonces Junior bajó por las escaleras, representando en carne y hueso todo lo que Blas quería, y no podía tener.
Se concentró aún más en los colores de cartulinas, deseando que Junior los ignorara y se fuera a joder a Lucre a la cocina o a su tío que estaba en el gimnasio del playroom.
Pero no pasó, el menor se acercó a ellos riéndose. Obviamente iba a hacerlo, Blas también sabía que él y Dante haciendo cosas como esas no era una imagen muy natural o frecuente, también se reiría si no supiera que su amigo iba a terminar de enojarse con él.
-¿Y esto? -agarró una de los corazones. Blas se avergonzó al notar que era el que había cortado chueco. -¿Ahora se dedican a hacer manualidades? -se río, la diversión en su voz.
Blas intentó no sonrojarse.
Desde que Junior estaba más grande, su carácter tímido había dado paso a esa versión del chico donde hablaba y decía todo lo que se le pasaba por la cabeza. El mayor no iba a admitirlo pero eso le gustaba, Junior ahora le hablaba más y no salía corriendo todo sonrojado cuando le preguntaba o decía algo.
Sin embargo, ahora el que se ponía nervioso era Blas, lidiar con un chico como Junior no fue tan fácil como creía.
-No jodas, pendejo -gruñó Dante pegando con demasiado fuerza un corazón al costado de una carta color roja. -Ya bastante tengo con el humor de Blas -los ojos de Junior se posaron en él, y solo sintió ganas de correr. Junior siempre lo miraba de esa forma que le hacía cosquillear las manos. Contó hasta diez, pidiendo que el calor que sentía en la cara no se le notará en la piel.
-San Valentín es lo más comercial que hay -dijo Junior jugando con el corazón entre sus dedos.
Dante gimió golpeándose la cabeza contra la mesa. Los pedacitos de papel volaron a su alrededor.
-Tal para cual son -los señaló con un dedo, pasando de Blas a Junior varias veces. -Voy al baño -se levantó y se fue murmurando por lo bajo.
De repente el silencio cayó sobre los dos, Blas intentó seguir recortando, pero la presencia de Junior era imposible de ignorar. Él nunca podía hacerlo. Esperó que se fuera.
No fue así.
Junior se sentó a su lado.
-¿Querés que te ayude? -murmuró agarrando una tijera que estaba sobre la mesa. -Seguro puedo cortar un corazón más recto que este -Blas miró que todavía seguía con el pedacito de papel entre las manos.
-Ese lo hice yo, ya me cansó Dante -bufó ocultando la vergüenza.
-¿Y tú venganza es cortar corazones chuecos? -bromó Junior mientras se guardaba el corazón en el bolsillo trasero de su jean. -¿Está haciendo todo esto por Anahí? -le preguntó aún cuando la respuesta era obvia.
Anahí era una chica que estaba pasando el verano en la casa de sus tíos, la cual quedaba al lado de la de los Guerrico. Dante estaba encandilado por ella, y no tuvo mejor idea que hacer una fiesta esa noche, era su plan para besarla.
-Si, pero esto de las cartas es muchísimo -miró todas las que había hecho. Blas no quería participar en el juego. -¿Que le hace creer que justo le va a tocar la que dice "Besá a tu vecino"? -con solo decirlo sintió vergüenza.
-Conociendo a Dante seguro se la guarda en el bolsillo y cuando les toque repartir las demás, le va a dar esa a Anahí -Junior agarró el montón de cartitas y las acomodó. Blas lo vio leer algunas y sonreír de lado, no había burla en el gesto, solo parecía pensativo.
De la nada se puso de pie.
-Tengo cosas que hacer, te veo esta noche -le acarició los rulos de manera juguetona.
Blas bufó, se suponía que el mayor era él, no el pendejo de diecisiete años que se estaban yendo por la puerta.
Aprovechó la momentánea soledad para relajarse, estar cerca de Junior siempre era una constante tensión. Cuando habían terminado la secundaria, dos años atrás, con Dante, pensó que de alguna forma se iba a olvidar de ese enamoramiento que tenía por el hermano menor de su mejor amigo. Sin embargo no tuvo en cuenta la parte donde casi vivía en la casa de los Guerrico, era imposible huir de Junior, más cuando cada día se ponía más grande y lindo.
Gimió frustrado apoyando la cabeza entre sus brazos cruzados. Quizás debería aceptar la propuesta de su papá e intentar estudiar en el exterior; pero una parte de él sabía que ni siquiera así iba a poder sacarse a Junior de su corazón.
Patético.
No pudo seguir lamiéndose sus heridas porque justo Dante volvió, y se pasaron el resto de la tarde cortando más papeles. Al menos fue una distracción de todo lo malo que Blas había estado pensando.

Corazones de papel || Blasnior ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora