¿Casualidad o Destino?

5.9K 476 249
                                    

A veces las cosas no salen como uno quiere. Te esfuerzas, haces todo lo que te piden, no te rindes y piensas que todo marcha bien. Pero a veces te descuidas y te ganan.

Kenneth "Kenny" McCormick ha dado todo por el amor de Leopold "Butters" Stotch. Ha ido despacio en la relación de amistad, no ha tratado de sobre pasarse, no ha hecho nada que el otro no ha querido, incluso dejo de coquetearle a las chicas. Entonces... ¿Por qué?

¿Por qué Butters la elegía a ella?

¿Era por el dinero? ¿Por qué ella era canadiense? O ¿Por qué realmente nunca quiso nada serio con él?

Kenny se siente usado. A sus cortos 15 años jamás había sido rechazado por chica ni chico. Y cuando por fin se enamora, lo pisotean. Vaya que el amor es complicado. Complicado y deprimente.

El rechazo duele, le duele. Siente que podría morir. Y al día siguiente estaría con vida de nuevo. Lamentándose haber perdido años tratando de conquistar a su amor platónico. Pero era su culpa. Él sabía que Leopold tenía a esa canadiense bien metida en su corazoncito inocente. Había sido uno de sus primeros amores más profundos y sinceros.

¿Por qué lo dejaría por alguien tan simple y pobre como él?

Había sido un iluso.

Caminaba sin rumbo fijo. Sin siquiera mirar realmente la calle. Era un zombie. Uno que no buscaba cerebros, si no corazones. Un corazón en específico. Uno que se le había sido arrebatado.

Caminaba con la esperanza de morir, para variar. A ver si así dejaba de pensar en aquel rubio inocente y tierno que tanto quería. Al menos unas horas de paz en el limbo le vendrían bien para no tener que recordarlo.

Se detuvo por un momento y se dio cuenta que casi todo le recordaba a él. Habían pasado casi toda la mitad de las vacaciones juntos. Pasearon por todas las calles de su pequeño pueblo y ahora todo significaba algo especial para él. Bueno, casi todo.

Por suerte recordó que nunca invitó a tomar café a Butters en Tweek Bros. Coffee.

Bufó al recordar que no traía dinero. Al menos no para poder tomar café y postre al mismo tiempo. Suspiró. Quería disipar su mente en algún lugar que no le recordara a su rubio favorito. Así que no tuvo de otra y fue camino a la cafetería de su compañero de secundaria.

Se paró en frente de la cafetería y miró por las ventanas si su amigo estaba ahí. Pero como no lo vio se sintió más aliviado. No quería que lo molestaran. Entró y se acercó para pedir un café simple.

Richard Tweak atendió al muchacho con una sonrisa en el rostro. Le entregó su café y el rubio se encaminó hasta una de las mesas de al fondo. Se sentó y miró su café. Realmente no estaba muy interesado en tomar algo. Se perdió en el humo que el café emanaba. Las curvas largas que salían desde aquel líquido caliente. Sintió como el humo llegaba hasta sus fosas nasales y lo incitaban a perderse en el sabor amargo del café.

Estuvo a punto de llevarse el adictivo líquido a los labios, cuándo escuchó el sonido de un plato posarse sobre su mesa.

Salió del extraño trance y se topó con unos ojos verdes brillantes y preocupados.


– ¡Ho-Hola! –sonrió tímidamente.


Kenny asintió con la cabeza, en forma de saludo.


– Yo... no pedí ese postre... –respondió el rubio, que se había sacado la capucha de su típica casaca naranja.

– Cortesía de la casa –sonrió. – Mi papá me dijo que te vio distraído... –un ligero tic en el ojo se hizo presente. – Si quieres hablar con alguien... tal vez yo... digo... yo... –el pequeño rubio frente a Kenny empezó a temblar ligeramente.

– Tweek... gracias –sonrió levemente, logrando calmar a su amigo. – No quiero agobiarte con mis problemas –se sinceró.


Tweek tomó asiento y negó con la cabeza. Quería ser de ayuda. Kenneth miró más detenidamente a su compañero.

Tweek Tweak había cambiado mucho desde la primaria. Había empezado a tomar café descafeinado. Sus temblores y tics habían desaparecido casi por completo. Lo que quedaba ya era parte de su personalidad nerviosa y paranoica. Su cabello había crecido lo suficiente como para que se hiciera una pequeña colita, que solo usaba en el trabajo. Además, había logrado llegar a los primeros puestos del colegio gracias a su mejor amigo y novio, Craig Tucker.

Kenny trató de evadir el verdadero motivo de su decaimiento hablando sobre su familia y los problemas económicos que todavía tenían. El oji-verde sintió algo de lástima por su pobre amigo y trató de animarlo hablándole sobre el rumor de su relación con Butters.

La gota que derramó el vaso.

Escupió el café que estaba tomando y negó con la cabeza. Tweek comprendió rápido que había metido sus narices donde no lo habían llamado. Rápidamente se levantó y se disculpó por entrometerse en temas personales. Limpió el pequeño desastre de McCormick y se quiso retirar, pero una mano lo detuvo.


– Siéntate, por favor... –Kenny mantenía la mirada baja, como tratando de ocultar las lágrimas que amenazaban con salir.


Tweak obedeció y se sentó. Volteando su mirada a los pocos comensales que aún se mantenían en la cafetería. Ninguno se había percatado del pequeño espectáculo y sonrió aliviado, regresando su vista a su compañero.

El oji-azul suspiró y miró a los ojos a un nervioso Tweek, quien trataba de huir de la mirada dolida del rubio.


– Esos rumores eran ciertos... –se llevó a la boca el último bocado de postre que había. – Pero, ahora ya no... –sus ojos azules se mantenían sin brillo. – Él ahora está con alguien mejor –fingió una sonrisa.


El rubio menor no entendía bien a lo que se refería, pero pronto Kenny disiparía sus dudas.


– Charlotte regresó... después de desaparecer –frunció el ceño.


Charlotte no volvió a comunicarse con Butters después de terminarlo por teléfono aquella vez que las chicas se habían vuelto locas y habían terminado con todos sus enamorados. El pequeño Leopold estaba tan triste y desolado. Entonces, Kenny aprovechó esa ruptura para acercarse más a su rubio favorito.

Con el tiempo, se suponía que Butters había superado por completo a la canadiense, pero no fue así. En cuánto ella apareció, el inocente rubio no sabía qué hacer. Charlotte y Kenny se la pusieron "fácil". Leopold solo debía elegir a uno de ellos.

Kenny juró que lo elegiría a él por todo el tiempo compartido y los pequeños momentos íntimos pero nada cochinos entre ellos. Grande fue su sorpresa cuando fue rechazado. Butters había elegido a su primer amor. A su chica canadiense.


– Y terminé aquí... tratando de huir de todo lo que me recuerda a él... –se tapó los ojos y rio ligeramente. – Me debo ver patético, ¿Verdad? –suspiró.


Tweek negó con la cabeza. Que alguien del pasado regrese y te quite lo que pensaste tuyo... le recordaba a algo que le había pasado. Algo muy similar, pero con final feliz. O algo así.


– Lamento que Butters te haya abandonado... –el oji-verde no miraba de frente a Kenny. – Ammm... Supongo que... nunca la olvidó –apretó ligeramente los labios.


Kenny pudo ver a través del nervioso rubio y cogió ambas manos contrarias para llamar su atención. Había algo raro en Tweek que preocupaba al inmortal. Pero claramente no le obligaría a que le cuente nada. Kenny liberó las manos de un tembloroso Tweek, quien se levantó de un salto, sorprendiendo al rubio mayor.


– Espero que te recuperes pronto... –un ligero tic en el ojo se hizo presente de nuevo. – Y... encuentres a alguien más –sonrió dulcemente para su amigo, logrando sacarle un ligero sonrojo.


¿A caso Tweek podía parecerse un poco a Butters? 

Hilos CompartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora