Con el sonido de monedas chasqueando en mis bolsillos, corro desde el auto de mi mamá hacia la mejor tienda de galletas del mundo entero.
Cada día, si me porto bien y hago todos mis quehaceres, mi papá me da una moneda de veinticinco centavos de dólar, y al fin de mes me llevan a la tienda de galletas en donde puedo pasar todo la tarde comiendo galletas y leyendo los libros que traigo conmigo. El dueño de la tienda sabe que vengo todos los meses, así que también me da limonada gratis a lo largo del día.
Mientras empiezo a introducirme en mi libro, un hombre se sienta a mi lado y me dice que soy un joven muy apuesto, así que recuerdo mis modales y le doy las gracias. Tengo doce años, pero muchas personas ya me han dicho que soy muy apuesto, y por eso los cumplidos ya no me hacen tan feliz como solían hacerlo.
Le pregunto al hombre cuál es su nombre, y me dice que su nombre es Jonah y que tiene un cuarto de videojuegos impresionante en su casa. Dice que tiene todas las consolas y videojuegos nuevos, con un televisor gigantesco y todas las golosinas que se me puedan antojar. ¡Vaya! Debe de ser rico para tener todo eso. Yo solo tengo un televisor pequeño en casa que recibe cinco canales. Por eso leo muchos libros...