Salta de su silla, emocionado, y habla sobre lo mucho que nos vamos a divertir. El dueño de la tienda de galletas me echa una mirada de extrañeza, pero le sonrío y asiento con la cabeza.
Pienso en cómo nos divertiremos a medida que salimos del local. Me río al saber que hoy será un buen día mientras llegamos al estacionamiento. Grito de alegría cuando mi papá aparece detrás del hombre y lo mete a nuestra camioneta.
No nos toma mucho para estar en la carretera, pues mi mamá es muy buena conductora. En nuestro viaje por la carretera, ya hemos cubierto la boca del hombre con cinta adhesiva y desollado la piel de sus brazos. El resto de su piel se vuelve más fácil de arrancar, el hombre no paraba de girtar, y aunque estuviera cubierta su boca era un poco molesto, asi que mi mamá subio el volumen de la radio, mi papá y yo utilizamos nuestros cuchillos para asegurarnos de quitarle toda la piel antes de llegar a casa.
Una vez ahí, le cortamos las manos y los pies porque no nos gusta comer esas partes, y solo las tiramos al fuego. Después tenemos que cortar justo en medio de cada codo y de cada hombro. Sacamos las entrañas y los órganos de su abdomen. Retiramos las costillas. Todo eso va en un estofado que nos encanta hacer. La carne que se encuentra en sus piernas, espalda y tórax (habiendo sacado el corazón y los órganos, por supuesto) sirve para hacer comidas fritas maravillosas...