-1-

47 4 0
                                    

Fueron demasiadas cosas que pasaron por mi mente, fueron demasiadas ideas, tantos recuerdos, tantos sentimientos. 

Me sentí tan abrumada.  Las lágrimas luchaban por salir y yo luchaba por retenerlas, sabía que no quería llorar, sabía que no debía hacerlo. 

Todos se estaban divirtiendo, yo amaba verlos reír, debía estar feliz, pero... no lo estaba.

- Estás bien? - Escuché una voz, así que levanté la mirada, era "ella". Me limité a asentir con la cabeza. Desee haber dicho que no lo estaba.

- Estas segura?- Sabrina insistió 

NO -Si- Conteste, traté de sonreírle, debía hacerlo creíble

- No quieres un dulce? chocolates? nada? - Sabía que quería ayudarme, aún así no la deje hacerlo. 

Negué con la cabeza- Estoy bien - Seguí sonriendo 

- Bueno...- Podía ver que ella sabía que no lo estaba, tal vez dedujo que no quería hablar del tema, así que simplemente volteó y continuo con lo que estaba haciendo

Seguí viéndolos a todos, los veía reír, los veía disfrutar el momento, traté de convencerme de que si ellos estaban felices yo tambien debia serlo, pero, en el fondo, sabía que no era cierto. 

Fue entonces que escuché una voz 

-Holi-  exclamó una voz familiar para hacernos saber que había llegado. Alcé la mirada para ver de quien se trataba y ahí la vi, parada en la puerta con una bandeja de galletas, sonriendome en cuanto nuestras miradas se cruzaron. Sentí que debía devolverle la sonrisa, así que lo hice. Sonreí lo más que pude más que pude, pero, fué entonces que las lágrimas ganaron, no había sido lo suficientemente fuerte para vencerlas. Sentí un nudo en mi garganta, mis manos empezaron a temblar y antes de que me diera cuenta, las lágrimas ya estaban resbalándose por mis mejillas. 

Habían sido demasiados sentimientos que trataba de retener que, hasta el final, no pude hacerlo más.

No quería que nadie me viera, así que escondí mi rostro. Flexione mis rodillas, apoye mis brazos sobre ellas y mi rostro sobre mis brazos, mientras trataba de cubrir lo que aún podía ser visible con mi cabello. Y así, las lágrimas se derramaron, cada vez eran más y más. Traté de no hacer mucho ruido. Traté de calmarme, pero no pude. 

Fue entonces que sentí un suave toque sobre mi hombro. Pasó con delicadeza su mano sobre mi hombro, tratando de reconfortarme. Y, aunque no la veía, sabía quién era. 

Siguió acariciando mi hombro con delicadeza, mientras yo seguía con el rostro tapado, depositó un pañuelo en mi mano. 

Finalmente decidí levantar la mirada, entre lágrimas y cabello, pude ver su rostro, viéndome, con tanta amabilidad y dulzura en su mirada, pude ver sus ojos marrones con un tono de preocupación, con sombras color rosa, un color propio de ella, era hermosa. 

Mi corazón se aceleró al verla tan cerca, logré esbozar una sonrisa.

En ese momento, sonreí porque estaba conmigo, simplemente, me sentí feliz al verla a mi lado. 



•REMEMBER•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora