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Preciosa sonrisa y ojos llenos de dulzura por el ámbar alojado en sus orbes profundas. Cabellos azabaches desordenados y mirada entrecerrada en busca de su amado entre la muchedumbre.

Después de cinco desoladores años, recibía a su esposo en casa luego de la atroz guerra contra los rebeldes del sur, la cual fue una contundente victoria para el Reino del Norte al mando de su valeroso general Park Jimin.

Aquel león albino era toda una celebridad en el reino, codiciado por todo el reino y respetado por su estatus de uno de los felinos más grandes. Pero solo uno podía tomarlo todo de él porque era el dueño de la luz en los brillantes luceros del guerrero.

—¡Mi amor!

Oyó el grito de su esposo aclamando por su presencia. Casi se derritió al volver a escuchar su voz de vuelta.

—¡Aquí estoy, Jimin! —exclamó él para que lo notara.

Sus ojos colisionaron, mirándose durante unos segundos hasta que se fundieron en un arrollador abrazo mientras la alegría se hacía presente en sus corazones por saber que lograrían ser testigos de otro amanecer juntos.

Tantos días de llanto, tristeza y sufrimiento valieron la pena si se reencontraron finalmente a salvo.

Jimin creía que nunca podría regresar el tiempo para acariciar por última vez los dulces labios de su esposo. Hubo días y noches complicadas donde solo pensaba en rendirse ante los rebeldes porque estaba llegando al borde de la locura. No soportaba la idea de morir sin conocer a sus cachorros, frutos de su amor con Yoongi.

Cuando la muerte, siniestra y sin rastro de piedad, deseaba abrazarlo para llegar al mundo del sueño eterno, batalló entre sus brazos para liberarse por ver a sus hijos crecer y su adorable esposo envejecer a su lado.

—Maldita sea. Te extrañé muchísimo, alfa. —Las lágrimas corrían por sus mejillas como cataratas. Si eran de felicidad o tristeza, no le importaba porque ahora percibía el calor del pecho de Jimin, ese mismo que le hizo falta en las noches de tormenta y luna llena.

—Yo también, mi amor. Esperé cada segundo para mirarte y amarte hasta el fin de mis días.
Acercaba su boca a la de Yoongi; sin embargo, no contaba con la presencia de dos pequeños tigres de bengala y una leona –todos albinos–, que corrieron hacia su madre sin percatarse del león alfa.

Los tres cachorros felinos gruñían al supuesto intruso que era una amenaza, puesto que no era su padre alfa, o eso es lo que pensaban.

—Niños, no gruñan. Él es su papá Jimin. Quiéranlo mucho como yo lo hago, ¿sí? —apenas soltó aquello, se abalanzaron sobre él para reclamar los cariños y mimos que no pudieron obtener en todo el tiempo que hizo falta.

El omega pelinegro rió ante el hermoso momento del león albino siendo hostigado de buena manera por sus hijos. Igualmente, se dio cuenta que ya era suficiente y los detuvo para evitar una molestía a su esposo.

Una vez en la cena deliciosamente preparada por Yoongi, los pequeños niños se presentaron en su forma humana.

—Soy Taehyung, papi. ¡Soy el mayor! —habló uno de los tigres albinos con una sonrisa luminosa—. ¡Mami dice que saqué tu pelo rubio y es verdad! Eres muy guapo y de grande, quiero ser como tú.

Jimin se sorprendió porque el cabello rubio era característico de los leones mas no de los tigres albinos. Solo sonrió por la ternura que le generaba el cachorro mayor.

—Papi Jimin, soy Yuqi. Eres muy lindo. —Las mejillas de la bonita leona albina se colorearon de rojo escarlata al confesar aquello—. Por favor, cuida de mí.

unconditionally » jimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora